Esta es la historia de una derrota. Pensamos que Hillary Clinton iba a ganar las elecciones y le pedimos a Cristian Segura, que andaba por Newcastle, que buscara los orígenes familiares de la que sería la futura presidenta de Estados Unidos. Nos equivocamos y esta es la crónica de la historia familiar de la que pudo ser presidenta y no fue. Y aunque a muchas personas todavía nos cueste aceptarlo, ha triunfado la imbecilidad como nos contó ayer Silvia Cruz en esta otra voz.


Stanley es un pueblo triste. En Front Street, su paseo central, destacan tres outlets de productos del hogar rebajados, dos casas de empeño y un colegio abandonado. Abuelos deambulan por esta calle principal; no hay niños a la vista y los jóvenes se cuentan con los dedos de una mano. El territorio que abarca Stanley, municipio del condado de Durham, en el Noreste de Inglaterra, se levanta sobre una treintena de minas de carbón abandonadas, según el Archivo Histórico de Durham. La última cerró en la década de los 70. El noreste de Inglaterra fue el corazón energético de la revolución industrial. En Stanley se instaló en 1775 la familia Rodham, según los archivos parroquiales. Un siglo más tarde, en 1883, Jonathan Rodham abandonó la oscuridad de las minas y se embarcó con su mujer Isabella e hijos hacia Estados Unidos. Jonathan era el bisabuelo de Hillary Rodham Clinton; su abuelo, Hugh, llegó a su nueva patria con 4 años. Dos generaciones después, su nieta pudo convertirse en la primera presidenta del país.

Hillary Clinton provocó en 2015 una pequeña polémica al asegurar que sus abuelos fueron inmigrantes. Los medios de comunicación le replicaron que solo uno de ellos había nacido fuera de Estados Unidos, y Hillary tuvo que rectificar. Sus raíces inglesas habían salido a la luz hace dos décadas gracias a Jack Hair, un ingeniero retirado y aficionado a la historia. Eran los años de presidencia de Bill Clinton y a Hair le llamó la atención el apellido Rodham.

Dos generaciones después, su nieta puede convertirse en la primera presidenta del país

Hair lo sabe todo acerca de la minería en Stanley. Su padre fue minero; debajo de su casa se extienden túneles todavía ricos en carbón. «Si escarbas un poco seguro que encuentras, aunque ya nadie lo quiere», dice Hair. Reside en el bloque de vivendas Joicey Terrace. James Joicey fue uno de los hombres más ricos de Inglaterra, propietario de las principales minas de la región. Lord Joicey construyó las casas de esta calle para sus trabajadores, también la de los Rodham. La vivienda de Hair se encuentra a escasos 50 metros del punto exacto en el que nació el abuelo de Clinton. El edificio no existe aunque de aquella época se conserva todavía una casa de dos plantas tal y como era la de los Rodham, según Hair.

Bill Nixon es concejal de Stanley. Me atiende frente al centro cívico del pueblo, el Louisa Center, que consiste en una pequeña biblioteca, una cafetería y una piscina llena de jubilados tonificando el cuerpo. Louisa era la mina sobre la que se levantó el centro cívico, el ayuntamiento y un hipermercado. Nixon me muestra una antigua entrada a la mina que se esconde detrás de unas salidas de aire de la piscina. Nixon explica que la prensa no se acerca a Stanley desde aquel primer mandato de Bill Clinton. Ya nadie pregunta aquí por las raíces de Hillary, tampoco ahora que puede ser ella la presidenta. Stanley atrae a turistas sobre todo por el museo minero Beamish y por la línea ferroviaria de Tanfield. Es la ruta férrea más antigua del mundo, construida en 1725 y por la cual, según la información municipal, llegaron a circular cada 20 segundos convoyes de carbón tirado por caballos en dirección al puerto de Newcastle.

Nixon me recomienda hablar con su compañera de consejo municipal Mary Rodham Wilkinson: es la única miembro de la rama familiar de Clinton identificada en el pueblo, según Nixon. Wilkinson es propietaria de una tienda de guitarras en un callejón que da al hospital del pueblo. Es una mujer humilde, con arrugas que delatan una vida difícil. Wilkinson asegura que su madre donó al gobierno del condado una vasija de su abuela en la que se detallaba el árbol genealógico de la familia. De nuevo en casa de Jack Hair, este niega el relato de Wilkinson: «La vasija se encuentra en el museo Beamish. De todas formas, estudiamos la inscripción de la vasija y concluimos que la rama Rodham de la señora Wilkinson no está emparentada con Hillary».

«No olvido de dónde vengo», afirmó Clinton en la convención demócrata

Hair cedió al condado de Durham los documentos que certifican el origen inglés de Hillary Clinton. Hair escribió en un libro sobre la historia de Stanley que Jonathan Rodham —bisabuelo de Hillary— fue un excelente trabajador que fue empleado en varias minas y que llegó a ser capataz de una mina entera, la posición de responsabilidad más elevada que podía alcanzar alguien de su condición proletaria. Preguntado por las razones que llevaron a los Rodham a emigrar a Pennsylvania, Hair es conciso: «Porque la vida aquí era durísima. En Estados Unidos consiguió un empleo más cómodo en una fábrica de cerámicas». Jonathan Rodham tuvo nueve hijos, cuatro de los cuales nacieron en Inglaterra. El abuelo de Hillary, Hugh, trabajó 50 años en la misma empresa, el fabricante de tejidos Scranton Lace Mill, según recordó ella misma en el discurso de nominación como candidata a la presidencia. El diario The Guardian informó que Hugh Rodham trabajó en esta empresa de los 11 a los 65 años. Hugh Rodham murió en 1965, cuando su nieta tenía 18 años. La Scranton Lace cerró en 2002.

Pocas referencias al abuelo

«No olvido de dónde vengo», afirmó Clinton en la convención demócrata. Hay pocas declaraciones de la candidata sobre aspectos concretos de su abuelo o de sus antepasados ingleses. El gobierno norteamericano hizo pública este año una conversación telefónica de 1998 entre Bill Clinton y el primer ministro británico Tony Blair en la que Clinton explicaba que con su mujer habían visitado Durham en varias ocasiones porque «amamos Durham, nos encanta su catedral»; en ningún momento de la conversación Clinton destacó los orígenes de Hillary en la zona. A 15 kilómetros de Stanley se encuentra el municipio de Washington, del que era originario John Washington, el bisabuelo del primer presidente de los EE.UU., George Washington.El gobierno del condado de Durham invitó en los 90 a los Clinton a realizar una visita oficial a Stanley y a Durham; la Casa Blanca lo declinó. Hair lo evoca sentado en una butaca del comedor de su casa, con su perra terrier a los pies. Hair se monta en su silla eléctrica y me acompaña a visitar la iglesia en la que se casaron en 1867 los bisabuelos de Hillary Clinton. La ruta termina en la calle Tanfield, frente a un extenso campo verde. Allí se levantaba hace 130 años el último hogar de los Rodham en Inglaterra, «una vivienda pequeña, de una planta, sucia y apestosa», dice Hair. Estas edificaciones también fueron demolidas, desaparecidas con los sueños al otro lado del océano de una familia emigrante por entonces anónima, hoy en la cúspide del mundo.