El escritor Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) es buen conocedor de México y mejor aún de esos vericuetos o avenidas, según el caso, por los que los escritores acceden al que acaba siendo su estilo literario. Tuvimos oportunidad de hablar con él sobre el papel de Palmeras de la brisa rápida en la carrera de Juan Villoro y cómo destapa claves de su trabajo con humor y ligereza.


«Viajar sin necesidad de encontrar algo. Afortunadamente, esto es lo que ocurre en Palmeras de la brisa rápida». Enrique Vila-Matas tiene claro qué podemos esperar los lectores cuando Juan Villoro se nos presenta en esta obra como viajero sentimental —un viajero literario que pretende visitar una región, Yucatán, para recuperar un lenguaje, las palabras de su abuela—: «No encontramos nada al final, porque todo está en el camino. Y el camino, en este libro, es divertidísimo; contiene en sí mismo la fresca y aguda visión del mundo que tenía Villoro cuando narró ese viaje sentimental».

Para Vila-Matas, Palmeras de la brisa rápida ejemplifica la prosa de Villoro a la hora de afrontar un viaje, como hace con cierta frecuencia: «Es una prosa ágil, de sonrisa permanente, aguda sin decaer nunca, apoyada por la fulgurante aparición de frases que parecen aforismos y que puntúan el texto con brillantez y habilidad para mantener alerta la atención del lector hasta la última brisa».

Y es que Villoro se disfraza de «turista de lo cotidiano», destacando «el sentido de la observación, en permanente combinación con la mirada irónica, a veces irrespetuosa». Un ejemplo: la revisión de cómo el mundo ve la herencia de los mayas, utilizada según convenga a los fascinados ojos externos. «Está muy claro cuando desmonta ese mito de los escolares mexicanos que es la supuesta sabiduría de los mayas, los famosos inventores del número cero: “Es cierto que los mayas conservan su idioma, pero esto no implica que todas sus costumbres sigan intactas”.»

«No encontramos nada al final, porque todo está en el camino. Y el camino, en este libro, es divertidísimo»

Dice Villoro que, a veces, «la prosa es como la madera, cuanto más seca mejor arde»… Pero en él siempre destaca la agudeza, ironía y sentido del humor con el que aborda casi todos los asuntos, por complejos que sean. ¿Cuáles son para Vila-Matas las características fundamentales de la prosa del cronista Juan Villoro? «No disienten de esto que acabamos de decir. Pero hay muchas prosas en Villoro. La de Palmeras de la brisa rápida es especialmente brillante, se lo dije al propio Villoro en noviembre de 92, cuando empecé a regalar ejemplares del libro a todo el mundo. Pero hoy en día sigo, como entonces, sin verlo como una crónica (que le acercaría al periodismo), sino como una memorable narración con aspecto de obra literaria menor, sin duda para confundir a todo el mundo.»

Juan Villoro plantea que, cuando actúa como cronista, «narra con la punta de los zapatos». A su colega barcelonés le hace venir en mente dos interpretaciones diferentes: «Voy a divertirme un poco… Primero me sugiere la teoría del iceberg, de Hemingway. Ya sabe: el verdadero significado de un relato no ha de estar en lo que se narra en la superficie, y más bien el verdadero asunto ha de hallarse por debajo de esa superficie y traslucirse».  Una teoría que el escritor americano defendió en sus cuentos y novelas para conseguir mediante la omisión un amplificador de significados. «Pero puede ser que “narrar con la punta de los zapatos” sea también un giro mexicano», sigue Vila-Matas, «y se refiera a lo que yo entiendo por “patearse” un territorio a fondo, por el método humano, demasiado humano,  de recorrerlo a pie». Y en Palmeras de la brisa rápida no faltan los pequeños cansancios del viaje, los contratiempos y melancolías, ya sea un incómodo hotel de playa o la búsqueda de gasolineras para un «vocho» alquilado por carreteras secundarias.

«Hay muchas prosas en Villoro. La de Palmeras de la brisa rápida es especialmente brillante»

Malabarista de la letras mexicanas, campeón del aforismo literario… La carrera de Juan Villoro, de Palmeras de la brisa rápida en adelante, ha sido una fuente de elogios y reconocimiento. Sobre todo como maestro de toda una generación de cronistas mexicanos. ¿Está de acuerdo Enrique Vila-Matas con estos títulos? «No, porque los elogios suenan normalmente muy cursis en un escritor». Y lo justifica con una comparación que deja bien clara su opinión sobre Villoro: «Pasa con Messi, que es tan buen futbolista que ya sólo se le puede calificar de “insuperable” y sin embargo él desmiente esto cada día, superándose sin cesar».