No recuerdo la primera vez que sentí la necesidad de recoger palabras de nuestros medios rurales y llevarlas más allá de la propia memoria y el papel. Sí vienen instantes como destellos, situaciones y momentos que siguen brillando y latiendo con fuerza más aún en este confinamiento. Mientras escribo, llueve. Estoy lejos de mi pueblo, de la tierra donde carean las ovejas y las vacas de mi tío, de las encinas y alcornoques que me vieron nacer. Tecleo mirando a una ventana, y envidio esta lluvia del norte que tanta falta hace en el sur. Qué bien les vendría a ellos, me digo. Y los recuerdo mirando al cielo esperando al agua, diciendo, mira si lloviera un poquito, que la hierba está deseando romper. En Cuaderno de campo, mi primer libro, usé en un poema una expresión que he oído muchísimo por mi trabajo como veterinaria y en el campo por mi familia que me parece preciosa: lavarse la boca. Se llama así a cuando las ovejas salen a pastar la primera hierba que surge tras la esperada lluvia de...


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