Héctor Mediavilla ha reconocido en alguna ocasión que se interesó por la fotografía a partir de sus viajes. De ahí nació un profesional interesado por las historias y las imágenes que huían de los tópicos, ya fuesen los brillantes zapatos de los sapeurs congoleses en medio del barro o la vida que se abre camino en un hotel abandonado de Mozambique. Otras Áfricas a las que ahora añadimos esta visión, cotidiana y vital, del día a día de Agadez, ciudad nigerina con una profunda historia y declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

 

Escena cotidiana con la gran mezquita de Agadez al fondo. Agadez es una antigua ciudad del Sáhara nigerino, cuya Gran Mezquita fue construida en el siglo XVI. Es un claro ejemplo de la arquitectura sudanesa del 1500, con un minarete de arcilla en forma piramidal que mide unos 27 metros de altura, el más alto jamás construido en barro crudo. Se especula que, además de una construcción religiosa también pudo ser una torre de vigilancia. La mezquita fue restaurada alrededor de 1845 y es el único de los tres monumentos religiosos que había en la ciudad que se ha mantenido en pie. Toda la estructura se caracteriza por su extrema fragilidad, que en otro clima más húmedo no resistiría el paso del tiempo.

 

Artesano joyero trabajando en el mercado del artesanado de Agadez. La región de Agadez conoció un desarrollo turístico importante entre los años 1970-1990, antes de ser frenado repentinamente por dos rebeliones y el aumento de la amenaza islámica. Durante esas décadas el desarrollo turístico llevó a la creación de nuevos servicios y un mercado de productos de artesanía adaptado a la demanda de una nueva clientela internacional. El diseñador Alphadi, creador del Festival Internacional de la Moda Africana, el primer festival de este tipo en tierras africanas, cuya décima edición tuvo lugar en Agadez el pasado diciembre, reclama un mayor apoyo para el desarrollo de la industria de la moda y el artesanado local, con un producto de calidad que pueda distribuirse en los mercados internacionales, para lograr alejar al país de los fantasmas del integrismo religioso, que se fundamenta en la falta de oportunidades y expectativas de gran parte de la población.

 

El centro histórico de Agadez fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2013. Considerada como la «puerta del desierto», la ciudad de Agadez, situada en las franjas sureste del desierto del Sahara, emergió entre los siglos XV y XVI. El sultanato del Aïr, que se instaló allí en aquella época, fomentó la agrupación de tribus tuaregs, respetando a la vez los antiguos campamentos, lo cual llevó a una original trama viaria que aún se respeta. El centro histórico, importante etapa del tradicional comercio de caravanas, está dividido en once barrios de formas irregulares, que albergan numerosas viviendas de adobe (banco) y un conjunto palatino y religioso bien conservado, con un alminar de adobe de 27 metros, el más alto jamás construido en tierra cruda. El sitio ha desarrollado hasta hoy su tradición cultural, comercial y artesanal, ofreciendo ejemplos particularmente sofisticados de arquitectura de tierra.

 

Fati, es una mujer tuareg que trabaja en la cocina del restaurante Atlantide. Aunque la constitución de junio de 2010 no menciona explícitamente la existencia de pueblos indígenas en Níger, hay tres etnias principales en el país: los Peul, Tuareg y Toubou. El 8,5% son peul, en su mayoría pastores trashumantes. Los tuaregs, que cuentan con una población similar, son originalmente pastoralistas de cabras y camellos; y viven tanto en el norte (Agadez y Tahoua) como en el oeste (Tillabery) del país.

 

Ahoual, un niño de diez años demuestra a sus amigos su mejor acrobacia en una calle del centro de Agadez. En el último «Informe sobre Desarrollo Humano 2016» del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicado el 27 de marzo de 2017, Níger se encuentra en el penúltimo lugar de la lista, antes de la República Centroafricana. El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador para medir la calidad de vida de los seres humanos a partir de tres características: 1/La salud, que tiene en cuenta la esperanza de vida al nacer, los índices de mortalidad infantil, etc. 2/La educación, con aspectos como los niveles educativos de la población o la tasa de alfabetización de los adultos. 3/El nivel económico, a partir de los datos del producto interior bruto (PIB) per cápita.

 

La familia de Boubakar ve una película árabe en el salón de su casa. El interior de las casas de Agadez está generalmente en penumbra para protegerse del intenso sol y poder así descansar. Algunos afortunados tienen aire acondicionado aunque el suministro eléctrico es muy precario y sufre numerosos cortes diarios. Son pocos los afortunados, algunos hoteles y edificios administrativos, que disponen de grupos electrógenos para no depender exclusivamente de la red eléctrica. El clima de Agadez es, en general, muy caluroso, seco y polvoriento. Sin embargo, en julio y agosto las lluvias remontan desde Niamey y son recibidas por la población, los animales y las plantas como una bendición.

 

«Farchi» es el nombre local para este incienso cuya bases son escamas de pescado del lago Chad. Los inciensos y la medicina tradicional son muy apreciados en el norte de Níger. Aunque Níger es un país mayoritariamente musulmán, las creencias animistas están muy arraigadas en la población, como ocurre en la mayor parte del continente africano.

 

 

Un cliente espera su comida en el interior del restaurante Atlantide. Este establecimiento fue una de las bases de la organización de la segunda edición del GMT (Grand Marathon du Tenéré), que tuvo lugar el pasado 16 de diciembre y cuyo lema era «Correr por la paz en el Sahel». Fue uno de los eventos culturales que se organizaron durante esa semana de diciembre para volver a atraer la mirada del turismo sobre este fascinante lugar.

 

Garba Insa de 40 años es el vigilante nocturno del Hotel Telwa. Vive en los «pays bas» de Agadez. Agadez es una ciudad situada en el borde del desierto del Teneré en el Sáhara. Muchos de sus habitantes llevan gafas de sol para protegerse de la extrema luminosidad y de la arena del desierto, que siempre está presente en el aire. Algunos de ellos como Garba no quita las gafas ni siquiera de noche.

 

Embarque de un vuelo de la compañía de Nigeria, Azman Air, en el aeropuerto internacional Mano Dayak en Agadez. El aeropuerto se encuentra a 1.600 metros sobre el nivel del mar. Su funcionamiento está muy condicionado por las condiciones climatológicas de la región. A menudo los aviones no pueden aterrizar debido a las tormentas de arena por lo que la salida de los vuelos puede demorarse varios días. En diciembre tras la celebración del Festival Internacional de Moda Africana (FIMA), una veintena de modelos tardaron tres días en tomar su vuelo con destino Niamey tras numerosos retrasos y cancelaciones.