Hace más de un siglo, las mujeres de Uncastillo se manifestaron en la puerta sur de la Iglesia de San Miguel, delante del lugar donde había desaparecido una portada románica de 24 toneladas de peso. El pueblo estaba indignado porque se había vendido sin su consentimiento una pieza destacada de su patrimonio. Las Actas de los Plenos Municipales del Ayuntamiento dan fe de que los uncastilleros protestaron contra esta tropelía. Tanto es así que la corporación municipal devolvió al obispo de Jaca las 400 pesetas que este les había remitido por la venta de la iglesia de San Miguel. El prelado quería congraciarse con las autoridades de Uncastillo, así que compartió la mitad del importe que había obtenido en esa transacción. El consistorio respondió airado al obispo jacetano, conminándole por escrito a anular la venta del inmueble, ya que se había ejecutado a sus espaldas y sin darle a los vecinos la posibilidad de pujar por el templo.
¿Venta lícita, autoexpolio o robo?
Las diversas desamort...
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