Nélida Céspedes Rossel es docente y educadora popular y se presenta como «chalaca desde hace 71 años de nacimiento». Me aclara que «chalaca nos dicen a los que somos del Puerto del Callao», en Perú, y que «siendo costeños es importante reconocer que esta palabra es de origen indígena, de challhua, que significa costa o pesca».

Esta mujer, que actualmente es la Secretaria General del CEAAL, el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe, vivió hasta los 15 años en Puerto del Callao, de donde guarda bellos recuerdos. De entrada me dice que quiere contarme una anécdota que podría resumir su manera de ver el planeta.

«Mi padre Miguel fue comerciante, por lo tanto, un viajero empedernido. Para nuestra familia, el aeropuerto siempre fue parte del despedir y recibir, como es la vida. Él nos decía: “Lo que tus ojos vean nadie te lo quitará”. Por eso desde los 15 años soy una caminante de viajes interiores, de recorrer mi querido país, Perú, articulado siempre al compromiso por mi trabajo político, social, cultural y pedagógico. Aprendí a quererlo a través de la gente, sus anhelos, sus luchas, a admirar su belleza, a reconocer diversos tiempos para la vida, el gozo, la cultura, pero también a sentir dolor por el abandono del Estado, y rabia y energía para emprender proyectos colectivos. Aprendí también a compartir las experiencias vividas en mi país con hermanos latinoamericanos y caribeños, y de otras partes del mundo. ¡Cuánto aprendizaje! El viaje es un camino. Como decía un gran amigo, el camino no existe apriorísticamente, se va construyendo paso a paso.

La influencia de Paulo Freire

En su identidad de pasajera, Nélida también residió muchos años en la sierra peruana, en Tarma, la llamada Perla de los Andes, lugar en que tejió «una trenza hecha de amores, hijas, familia, vida sindical  y militancia política». Eran los años 70 en que la revolución estaba a la vuelta de la esquina.

Otros años vivió en Ayacucho, conocida como la Ciudad de las Iglesias. Fue en la época de la violencia política y en la que el compromiso de Tarea Asociación de Publicaciones Educativas, una institución de la que forma parte desde hace mucho tiempo, y el suyo propio, la llevó a instalarse en este territorio impulsando un proyecto llamado «Educar para la vida». A Ayacucho volvió recientemente a impulsar procesos con la gente, los maestros, las comunidades y las autoridades para que hicieran posible el derecho a una educación intercultural en espacios locales.

Ahora, esta profesora especializada en Historia y Geografía reside en Lima, la capital peruana y sede del CEAAL. Ha enseñado tanto en la escuela privada como en la pública realizando proyectos de innovación educativa, ligando el proceso educativo a los procesos de cambio social. El desaparecido educador popular brasileño Paulo Freire y otros educadores, así como la Teología de la Liberación, fueron marcando las opciones de Céspedes como educadora popular.

No sólo se educa con libros

La Educación Popular, según Nélida Céspedes, es «ante todo un enfoque educativo en que las personas van realizando transformaciones positivas para transformar su vida personal y su entorno». Paulo Freire planteaba la importancia de la educación para la liberación personal y colectiva que parte de la gente, de su complejidad y diversidad, teniendo en cuenta el lugar de procedencia, la cultura, la edad, la perspectiva de género… Es decir, una educación cuyos conocimientos parten de la vida misma, no sólo de los libros, para reflexionar sobre ella para transformarla, y a esa perspectiva se agrega el valor del pensamiento crítico para el análisis de las realidades.

Por lo que me cuenta, la educación popular va más allá de la educación convencional porque reconoce que cada persona tiene conocimientos y estos se enriquecen dialogando con los otros. La relación del educador con el alumno es horizontal porque, para Freire, «todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre». Paulo Freire insistía que es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta ya que «siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan preguntas que los alumnos no han hecho».

En los años 80, Nélida Céspedes trabajó en el centro educativo Madre Admirable del Cerro del Agustino, un lugar que a partir de los años 40 fue ocupado por oleadas de migrantes del centro y el sur de Perú ante la desatención del Estado.

Con el proyector de cine al hombro

En los años 80, trabajó en el centro educativo Madre Admirable del Cerro del Agustino, un lugar que a partir de los años 40 fue ocupado por oleadas de migrantes del centro y el sur de Perú ante la desatención del Estado. Allí trabajó en programas ligados a la alfabetización con el enfoque de la Educación Popular antes citado.

Nélida Céspedes recuerda con nostalgia el equipo de trabajo con jóvenes comprometidos. Y se acuerda especialmente de las visitas que realizaban a la Embajada de Cuba para que les prestaran películas «porque considerábamos que el cine, como pare de la cultura, es un poderoso lenguaje para la reflexión y para suscitar compromiso». En este punto de la conversación no puede olvidar a su amigo Erasmo, que «con el proyector al hombro subíamos al Cerro para profundizar el trabajo de Educación Popular con los pobladores del barrio». En general, me asegura Nélida, había mucho interés de la gente por aprender «porque el proceso de enseñanza partía de sus conocimientos, de sus experiencias y eso fortalecía su autoestima».

Sindicalista y activista política

Esta docente dejó el magisterio hace tiempo pero durante sus 20 años de práctica magsiterial se desarrolló como sindicalista en el Sindicato Único de Trabajadores de Perú. Ocupó diversos cargos como el de Secretaria de Organización de la provincia de Tarma, y participó activamente en las históricas huelgas nacionales de 1976 y de 1979, en pleno combate contra la dictadura militar. Ella y sus compañeros realizaban las famosas ollas comunes, pues eran huelgas que duraban unos 6 meses cada una «y la población se solidarizaba con los maestros y maestras y nos daban alimentos».

Docente, educadora popular, sindicalista y militante del PCR, Nélida Céspedes es, desde 2012, la Secretaria General del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL), después de haber asumido varias responsabilidades en la institución. En la imagen, Nélida (en el centro, con gafas rojas).

El derecho a la educación, según Nélida, «es aquel que permite a las personas comprenderse y comprender el mundo»

Nélida Céspedes rememora cuando en aquella época iba con su vehículo rojo hasta los distritos más lejanos de la provincia de Tarma para promover, junto con otros compañeros y compañeras, la organización del sindicato provincial en la zona, y motivar a que maestros y maestras expresaran sus propuestas y derechos a una buena educación. Le vienen imágenes de cuando subían por caminos floridos, algunas veces hasta los 3.500 metros, los paisajes, los pueblos, los rostros de los niños, niñas, jóvenes y adultos. «Son fotografías que llevo en mí, como también el dolor y la indignación de ver los pueblos y escuelas olvidadas por el Estado, supuestamente garante de sus derechos». Céspedes también fue miembro de un partido de izquierda, y parte de la Izquierda Unida.

38 años del CEAAL

Docente, educadora popular, sindicalista y militante del PCR, es, desde 2012, la Secretaria General del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL), después de haber asumido varias responsabilidades en la institución.

Los orígenes del CEAAL datan de 1978, aunque su creación se formalizó en 1982 por un grupo de educadores de diversos países, entre los que destacan Paulo Freire, Orlando Fals Borda y Francisco Vio Grossi, con la misión de fortalecer la articulación de la Educación Popular en América Latina. Actualmente cuenta con 130 instituciones afiliadas con presencia en 21 países de Latinoamérica y el Caribe. La sede central siempre está ubicada en el país de donde procede la secretaria general, y como Nélida Céspedes es peruana, la sede principal ahora está en Perú. Esta responsabilidad sólo es posible porque está compartida con un Comité directivo, y miembros en cada país de gran compromiso con la educación popular.

Céspedes define el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe como «un movimiento de Educación Popular que se compromete con procesos de transformación educativa, social, política, cultural, económica y ambiental de Latinoamérica y el Caribe». El CEAAL lucha por todos los derechos pero especialmente por el derecho a la educación porque «es aquel que permite a las personas comprenderse y comprender el mundo para transformarlo».

La educación como derecho humano

El CEAAL participa en la Campaña Latinoamericana por el Derecho de la Educación, que ha incidido en las metas para 2030 como derecho humano fundamental. Todas las constituciones y políticas educativas en América Latina señalan que la educación es un derecho. Sin embargo, Nélida Céspedes denuncia que hay «más retórica que acción porque en lo que se refiere a jóvenes y adultos hay una gran brecha».

De cara al 2030

La Conferencia General de la UNESCO que se celebrará en París adoptará el Marco de Acción hasta el 2030. La Meta señala garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Las metas acordadas en el 2000 para el 2015 ya han vencido. Una de ellas, lograr una reducción del 50% de los niveles de analfabetismo de la población adulta, se ha quedado por el camino.

La Secretaria General del CEAAL explica que los índices de analfabetismo disminuyeron en un 26% en toda la región, «un porcentaje alejado del 50% previsto». Se estima que solamente Bolivia, Perú y Surinam van a alcanzar la meta establecida en alfabetización y que otros cinco países más se aproximaran a su consecución. En cambio, Colombia y Nicaragua distan de alcanzar este objetivo. En el conjunto de la región hay todavía unos 33 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de lectura y escritura. El 55% son mujeres.

En el conjunto de la región hay todavía unos 33 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de lectura y escritura. El 55% son mujeres. En la imagen, reuniones de trabajo en la sede de CEEAL.

Aunque todos estos datos nos puedan llevar al desánimo, esta «chalaca» que construye el camino paso a paso junto con otros y otras confía en los objetivos educativos para los próximos 15 años, pero confía aún más en la labor del Consejo de Educación Popular de América Popular y el Caribe y su articulación con otras redes y movimientos sociales: «Ante todo, el CEAAL no es un trabajo a secas, es una pasión, es un compromiso político por el cambio, es una militancia. Es un espacio de indignación ante las injusticias y un acicate para la elaboración de propuestas con la gente, con ella, desde ella, construyendo otro mundo posible».