Altaïr Librería y la Universidad de Barcelona estrenan colaboración organizando los Cafès Científics, un espacio de conversación, abierto y cercano, donde expertos y expertas reflexionan desde el rigor y lo multidisciplinar sobre diversos temas de actualidad, como el futuro de las energías renovables o el auge de la extrema derecha. Una tarde para tomar un zumo mientras repensamos el mundo actual.
Con motivo de esta alianza hemos entrevistado a Margarita Becerra, responsable de la Unidad de Cultura Científica e Innovación de la Universidad de Barcelona.
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—Usted es bióloga de formación, ¿Cómo y cuándo comenzó su interés por la divulgación científica?
A mí me pasaba que aunque siempre me había interesado mucho la naturaleza y las ciencias, a la vez, también lo hacían las humanidades: estaba apuntada a teatro, me gustaba escribir… Entonces, en el último año de biología cursé una optativa de comunicación científica y, como me interesó tanto explicar ciencia «sencilla», pude unir un poco esos dos intereses científico-humanísticos y me lancé a hacer el Máster de Comunicación Científica Médica y Ambiental de la Universidad Pompeu Fabra, que entonces era el único que había.
—Desde hace quince años forma parte de la Unidad de Cultura Científica e Innovación (UCC+I) en la Universidad de Barcelona, ¿En qué consiste su labor?
El objetivo idílico es contribuir a mejorar la cultura científica de la ciudadanía, entendiendo ‘ciencia’ de una forma muy abierta (también humanidades) y, a la vez, desmitificar la imagen de los investigadores, acercando la universidad a todo el mundo. La universidad es el agente generador de conocimiento principal de la sociedad, y ahí nos afecta a todos y todas, vayas o no vayas a la universidad. Tenemos la idea de convertirnos juntas en una ciudadanía más crítica. Queremos favorecer relaciones entre diferentes agentes sociales, hacerla cada vez mas accesible a personas diversas funcionales, intentando disminuir las brechas de género, etcétera. Si no es accesible a todos es difícil hacer divulgación.
— Durante todos estos años ha sacado adelante numerosos proyectos de innovación y divulgación, cuéntenos alguno de ellos.
Por ejemplo, hacemos ‘Cartipassos. Píndoles de divulgació científica’ una revista que distribuimos gratuitamente en las farmacias. Es una publicación súper pequeña, como las de contenido comercial, pero en su lugar, con contenido divulgativo. ¿Por qué? Porque a través de las farmacias hemos llegado a algunos pueblos a los que sería impensable llegar de otra forma. Cuando hacemos actos en la universidad viene gente concreta que ya tiene un interés, que tiene disponibilidad para invertir una tarde en esto. Pero hay otras personas a las que es más difícil llegar, como las que no están en el área metropolitana, o personas que desconfían de la ciencia. Desde las farmacias y en papel llegamos a gente que no se informa por redes sociales y para las que la farmacia es un sitio de referencia. Pienso en mis padres, para ellos el enfermero del centro de salud y la farmacéutica son las personas más fiables, lo que dicen va a misa, y en ese sentido hemos decidido aliarnos. Es importante bajar de las nubes y actuar de la mano de otros agentes. Buscar la puerta trasera porque, a lo mejor, cogen todo lo gratis de la farmacia y se encuentran información rigurosa.
— Y también trabajan con la población de menor edad.
Aunque nosotras no somos un servicio educativo, sí que es verdad, que de las pocas maneras, o la única, que tenemos de llegar al global de la sociedad es a través de los colegios, porque ahí va todo el mundo. Ya hace muchos años trabajamos para colegios pero unidireccionalmente. Ahora nos ofrecemos a los colegios con una ventana abierta: nos pueden pedir lo que quieran. Como casi todos los colegios trabajan por proyectos o núcleos de interés, tenemos, por ejemplo, niños de cuatro años que trabajan el tema de los tiburones, el universo, las bolas de nieve, o la flotabilidad. Entonces les proponemos que si en algún momento necesitan ayuda de una persona experta en sus temas, de una manera u otra, la UB les puede facilitar un investigador que resuelva sus dudas. Nosotras decimos que los niños de cuatro años son ciudadanos de cuatro años, y hay que generarles el interés por las fuentes fiables.
— Como comenta, gracias a estos proyectos se generan muchas alianzas…
Sí, desde hace dos años también hacemos una mona de pascua con el gremio de pastelería de Barcelona. Es una mona que cada año representa un código de conocimiento diferente y que lleva un QR. De esta forma llegamos a gente que igual la compra porque le parece bonita, pero luego entran al QR y descubren algo. Y además, trabajamos de la mano de un gremio que no tiene nada que ver con el nuestro, como es la pastelería. Estamos aprendiendo a ser vendibles a la vez que rigurosos. Yo estoy muy contenta de estas sinergias.
Como con Altaïr Librería que tenemos objetivos afines, como mejorar la cultura de la gente, mejorar la sociedad…y yo creo que es la manera de llegar a otras personas, porque si no establecemos estas alianzas, nos quedamos con los de siempre. Intentamos que todo el mundo tenga acceso. Tanto, que ¡nos encantaría tener un espacio en la televisión!, pero no es realista.
— ¿Qué vamos a encontrar en los Cafés Científics que se realizan en colaboración con Altaïr?
Es un formato que nos pareció bueno para coger temas de actualidad relevantes y proponer una mirada poliédrica con diferentes expertos: puede venir alguien de derecho, de ciencias de la tierra, de ciencias políticas… y creemos que esta variedad da un sentido, una visión global y social de las cosas. Si las decisiones y los discursos se generan solo desde un área, no son reales.
Otra cosa que para nosotros era importante es que todo esto se diese en un ambiente distendido, que la gente se sintiera al mismo nivel que los investigadores, y por eso decidimos hacerlo así. Intentamos que no haya barreras para que la gente pueda preguntar y vean que los investigadores no son bichos raros.
Nosotros tenemos objetivos muy filosóficos, creemos que una ciudadanía con mayor cultura científica genera una sociedad más libre para tomar decisiones informadas. Queremos reivindicar la investigación de batas y probetas pero también de la filolosofía. Es tan importante la filosofía que sin ella no sé qué seríamos…
—¿Considera que hoy en día la divulgación científica vive un buen momento?
Yo siempre pienso que es insuficiente. Nosotros distinguimos mucho la comunicación científica de la divulgación científica. El «se ha descubierto una nueva proteína que…» es comunicación y, hoy en día, es común. Pero todavía no hay tantos esfuerzos puestos en mejorar la cultura científica de la ciudadanía, que es lo que pretendemos con la divulgación.
En la pandemia, por ejemplo, se puso de manifiesto que la gente, en general, no entendemos que la incertidumbre y el error forman parte necesaria —y es la gracia y la desgracia— de la ciencia. Una persona científica nunca te puede decir que una vacuna va a ser efectiva al 100%. Pero claro, eso genera determinados discursos y una desinformación peligrosa. Tenemos que conseguir una buena cultura científica.
Imagen de Cabecera, UB Divulga