En la comarca de las Villuercas se conserva una muestra de loreras, árboles del Terciario que sobrevivieron a las glaciaciones y que evocan la laurisilva canaria.

Para encontrar Los loros hay que perderse. El camino es inverosímil. Discurre entre la fábula sobre tierras ignotas y la despoblación de aquí al lado, entre las periferias de las ciudades atiborradas y las comarcas centrales sin gente pero llenas de vida. Entre un museo geológico y un metalugar.
El primer tramo casi siempre es de autovía o de carretera nacional, recto, tranquilo. Luego aparece la vía regional hasta llegar a la comarcal, por donde hay que discurrir varios kilómetros. Ya han desaparecido los espacios abiertos y los horizontes lejanos, ahora la mirada alcanza pocos metros, sube y baja, firme renqueante, el arcén quedó atrás, después de un buen trecho la soledad se hace costumbre. Es turno del camino. Al inicio apacible, después complicado, incluso intransitable en época de lluvias porque hay que atravesar algún...


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