«A los geólogos nos gusta lamer rocas.» Javier Lorente recoge del suelo un pequeño fragmento de marga y se lo pasa por la lengua: «La marga es fácil de identificar porque es tan porosa que se pega en la lengua». Lorente, 40 años, geólogo de Zaragoza, explica todo esto y más durante un alto en la ruta de Jubierre, en los Monegros, un paisaje coronado por torres de roca caliza de unos 25 millones de años, por cañones de paredes con múltiples estratos de roca, superpuestos como una lasaña cocinada por dioses. Cada estrato marca cuál fue allí el nivel del agua durante milenios; cada estrato es de un color, pigmentaciones que van del blanco al negro, pasando por el amarillo o el rosa, en líneas tan bien definidas que parecen banderas de un país desconocido. Jubierre podría ser el paisaje de un western de John Ford, pero no, se trata de Aragón.

Geoturismo, turismo geológico: eso es a lo que se dedican Lorente y su socia Olga López con su empresa Qeteo. En 201...


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