La fina cintura de México, entre el sur de Veracruz y el Pacífico oaxaqueño, se conoce como istmo de Tehuantepec. Una exuberante región donde convergen montañas y selvas que cada mayo, con sus fiestas, explota en vida y color. El lugar del país americano al que se debe viajar para entender el significado de ser muxe, de la lengua y cultura zapotecas. De su ancestral supervivencia y de su muerte lenta.

«Nos están matando», reza un grafiti en referencia al Día Internacional de la Mujer sobre uno de los muros de cal que, entre solares abandonados desde la destrucción provocada por los terremotos de septiembre de 2017, caracterizan el centro de la ciudad. Al lado, un mural dibuja a un grupo de jóvenes juchitecas ataviadas con vistosos trajes multicolores de huipil, enaguas y encaje, invitando a las fiestas de mayo, conocidas como Velas. Un recuerdo de dolor y muerte en una región que exuda vida y fertilidad. «Apúrate, ya casi llegamos, es aquí, cerquita, no nos falta casi nada», me anima ...


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