¿Qué ocurre si viajas y no eres un hombre blanco cis y heterosexual? ¿Hace falta irse lejos para sufrir el acoso patriarcal? ¿Puede tu sexualidad hacerte cambiar la forma de ver el mundo, o sólo cambia la forma en que otros te ven en el mundo? Viajar «a pesar de los lobos» o tomar conciencia de que dos mujeres juntas no viajan solas son algunas de las reflexiones sustraídas de nuestro último monográfico especial 360º «A bordo del género». Una producción realizada junto a Pikara Magazine donde hemos querido cuestionar y cuestionarnos, así como despatriarcalizar, de una vez por todas, los mitos en torno al viaje. Recordar que debemos recorrer territorios, no colonizarlos desde nuestros privilegios, y que clase, género y raza siempre van de la mano.

En nuestras maletas sólo caben historias

Bajo el mantra «no vayas sola» las jóvenes continúan creciendo en torno a una cultura viajera patriarcal. El viajero —en masculino— conserva en el imaginario colectivo la idea de varón, occidental, atlético, aventurero, presumiblemente heterosexual. Desde el editorial de este 360º buscamos redefinir los mapas impuestos rompiendo las convenciones de género. Un número en el que alzamos la voz —«¡viajo sola, no busco sexo!»— para denunciar una cultura de la violación que expulsa a las mujeres del espacio público, o que más bien, trata de someterlas. June Fernández y Cristina E. Lozano ahondan en las agresiones verbales y físicas que acompañan a las mujeres allá donde vayan, aunque se muestran claras al respecto: «Esto no puede frenar nuestras ganas de viajar».

En esta línea, Patricia Almarcegui comparte su experiencia viajando sola, la cual incluye muchas vivencias relacionadas con interpretaciones machistas. Ante esta desagradable realidad, Almarcegui propone autoprotección y reflexión sobre las barreras patriarcales. Unas férreas fronteras que trascienden el espacio físico, y que también afectan a las personas cuyos géneros, sexualidades y/o romanticismos son diversos. Andrea Momoitio traza la realidad del viaje para la comunidad LGTB, que en cada desplazamiento se expone a un mal trago, que en muchas ocasiones obliga «a llevar el armario portátil a cuestas». Si, por el contrario, deciden expresarse libremente, el turismo puede convertirse, de golpe, en puro activismo.

Debemos recorrer territorios, no colonizarlos desde nuestros privilegios

En este monográfico especial no hemos querido dejar de incluir las vivencias de cronistas históricas como Annemarie Schwarzenbach y Ella Maillart. En 1939 estas dos mujeres decidieron emprender un viaje desde Suiza hasta Afganistán. Cada una reflejó su experiencia en un libro, un mismo trayecto desde dos perspectivas casi antagónicas. Pedro Velarde y Berta Jiménez reseñan la distancia entre el camino cruel de Maillart y los caminos abiertos de Schwarzenbach. Así mismo, Marina Hernández nos presenta las reflexiones de la reportera Lieve Joris en su obra A room in Cairo, en la que ilustra la etapa de vacío existencial que vivió en la capital egipcia. Una narración que reivindica la necesidad de viajar para descubrir una identidad propia.

Pero puede que sean los Cinco viajes al infierno de Martha Gellhorn, narrados por Ana Belén Herrera, los que nos presentan a la aventurera por excelencia. Gellhorn tenía claro que no había venido al mundo para ser «una nota a pie de página en la vida de otro», por eso prefirió divorciarse del prepotente Hemingway. Tal era su independencia y determinación que ni siquiera dejó actuar a la muerte, y a los 89, cuando así lo consideró adecuado, puso fin ella misma a su vida. Sus horripilantes travesías por China, el Caribe o África, sus mejores viajes horribles, demuestran el humor, la energía y entereza con que Gellhorn trabajaba.

Próxima parada: liberación

¿Cómo se produce el proceso de empoderamiento? ¿Qué herramientas existen? ¿Cómo trabajar dentro de un sistema excluyente? El turismo comunitario en Latinoamérica, por ejemplo, se ha convertido en una vía para favorecer la emancipación de la(s) mujer(es). Mª Ángeles Fernández y Jairo Marcos nos hacen testigos de una iniciativa que no sólo trata de romper con los roles de género, sino también con los de clase, etnia, religión e idioma.

Otro de nuestros grandes objetivos era romper falsas creencias sobre supuestos «paraísos de tolerancia». Contra lo que se piensa, Tailandia no es el Edén del mundo transexual: los distintos testimonios que recoge Ana Salvá, demuestran que la real aceptación de la cuestión es un tema pendiente en el país asiático. La crónica de Marc Serena, por su parte, aborda el encuentro con la cantante Cesária Evora que le impulsó a retratar la vida de Cabo Verde a través de su Carnaval. Y, más en concreto, al realidad y los problemas que sufren las personas por cuestiones de orientación sexual y de género.

Otras veces, abandonamos todo, como Leila Guerriero, que presenta a su fiel compañera de profesión: la soledad

Durante mucho tiempo, la historia «oficial» ha olvidado el papel jugado por las mujeres en la literatura, la política, la ciencia… Al hablar de las mujeres de la Generación del 27, ejemplo de una España que cambiaba en los años 30 —esposas y acompañantes pero también protagonistas—, dice Bárbara M. Díez que se repite una afirmación: «Ellos sin ellas no hubieran llegado». Pero no sólo en la literatura; la mujer también está infrarrepresentada en el lenguaje. Citando determinados usos y situaciones lingüísticas del español, Lucía Martínez Odriozola analiza temas tales como el sexismo en el uso del lenguaje, la inclusión y el femenino genérico.

Por último, hemos querido poner la mirada en los procesos de reconocimiento y conciencia de género. A Marcela Turati le hizo feminista la «narcoguerra»: sus víctimas, sus levantados. Las que perdieron a su hijo, a su hermano, a su padre, a su esposo. Las que no cesan en su lucha por la justicia y por la paz (también la suya interna). Otras veces, se abandona todo, como Leila Guerriero, que desde su experiencia personal presenta a su fiel compañera de profesión, la soledad:

«Pero, sin embargo, hay algo. Y ese algo es que, si se pueden contar con los dedos de una mano a las colegas mujeres que viajan a ferias y congresos acompañadas por sus novios o maridos o parejas ocasionales, son, en cambio, decenas los hombres que viajan a ferias y congresos acompañados por sus novias o esposas o parejas ocasionales.

Eso no tiene por qué querer decir alguna cosa.

Aunque sí dice algunas cosas.

Y la cosa menos antipática de todas las que dice es que es probable que los hombres sepan algo acerca de la soledad del viajero promedio que las mujeres sólo ahora estamos empezando a averiguar».


FOTOGRAFÍA DE CABECERA: El 7 de julio de 1934, la ciclista Billie Samuels posa para la prensa antes de comenzar una travesía en bicicleta desde Sidney hasta Melbourne. Aunque acababa de aprender a montar pocos meses antes, superó en 6 horas el récord femenino, establecido en 3 días, 7 horas y 32 minutos por Elsa Barbour (fotografía de Sam Hood conservada en la Biblioteca estatal de Nueva Gales del Sur).