Birgir es el viejo que hizo llorar a medio Tórshavn en los 90. Representa el estereotipo de pescador —sin serlo— con unas manos, una pose y unas arrugas que hablan por él, que cuentan su historia. Birgir es de hospitalidad fría, de mirada corta, cansada ya, tal vez, de haber visto tantos horizontes. Es serio, solemne, impone. Pero sobre todo atrae, él y su barco: el Norðlýsið.
El barco de Birgir Enni es el centro neurálgico de Tórshavn. De entre todos los del puerto, hay uno, un velero azul con altos mástiles, que destaca entre todos los demás: pequeños botes de pescadores, lanchas, yates e incluso un poco más lejos enormes pesqueros blindados. El Norðlýsið llama especialmente la atención, es muy largo y estrecho y todo entero de madera. Siempre se encuentra anclado en el mismo lugar, casi al final del paseo paralelo al puerto. Es verano y para estar en unas islas escandinavas la temperatura es sorprendentemente agradable, tanto que turistas y locales se ven tentados a quedarse en m...


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