En una sociedad tan pequeña, remota y tradicionalmente dominada por los hombres, lo que más han exportado las Islas Feroe han sido, desgraciadamente, mujeres jóvenes. Se van al extranjero para estudiar o trabajar y una enorme parte nunca vuelve. Aunque esta situación está cambiando poco a poco, «no hay mujeres en las Feroe».

Cuenta la leyenda que en las Islas Feroe había un hombre —un granjero— que tenía tierras desde hacía cientos de años. En las Feroe los granjeros poseían «terrenos del Rey» que aunque pertenecían al monarca, podían ser explotados por las familias para obtener recursos y asegurar el aprovisionamiento de ganado y patatas. Incluso lo podían mantener como bien propio generación tras generación. Sólo había una condición: tenía que pasar de padres a hijos, es decir, era necesario que hubiese un varón en la familia. Sólo los chicos tenían permitido heredar esas tierras. El problema del granjero de esta leyenda feroesa era que su mujer sólo había alumbrado a ...


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