El trasteo
Año de mil novecientos cincuenta y tres. Amalfi, Antioquia
4:00 a.m.
Mamá las sacude para que se levanten. Todavía está oscuro y hace frío. Las jovencitas se limpian las lagañas con el puño de la piyama para espantar el sueño. Sin bañarse se ponen la falda, una camisa y salen a la cocina.
Marina Jiménez no llega al 1'40 m de estatura. Tiene 14 años y no creció, no por pereza, porque Marina perezosa no es. En cambio su hermana Liliam, de 15 años, es delgada y muy pero muy alta. Y tampoco es perezosa. En realidad no les queda mucha opción.
Marina coge un taburete, lo acerca al fogón y se sube. Pone una olla con agua y un trozo de panela. Liliam está a su lado, bosteza. La aguapanela hierve en segundos, llenan ocho tazas y acompañan la bebida caliente con galletas de soda y un trozo de queso para cada uno.
Luego preparan el desayuno mientras los hombres de la casa se visten para salir. Ponen a asar las arepas y fritan huevos con aliños. Los sirven en vacijas plásticas, lo mismo...
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