Todas las mañanas Mahir elabora helados. Lleva aprendiendo el oficio desde los 6 años, cuando combinaba la escuela con ayudar en el negocio familiar, en el Café Affan, en Antioquía, al sur de Turquía. Ahora tiene más de sesenta. Los sabores para escoger no son muchos, pero el gusto es intenso. La estrella de Mahir —en realidad, de su bisabuelo— es el Haytali, un dulce que su antepasado llevó del Líbano, y que lo patentaron en Turquía en este café.
Sobre una capa de almidón avainillado se amontonan las bolas de helado con gusto a leche, que se bañan en un agua color rosa chicle con gusto a rosa. Se come con una cuchara de aluminio fundido con un mango corto. Quien sirve los helados se llama Ali, y también lleva trabajando desde pequeño en el comercio. Aunque él no sea de la familia, conoce el oficio como uno de ellos con sus más de sesenta años de experiencia. Junto a él trabaja otro Ali, que los prepara; él y sus primos son la sexta generación del Café Affan.

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