Tal vez todo empezó en Roma cuando la madre del emperador Constantino, Helena de Constantinopla, se fanatizó con la pasión de Cristo, viajó a Jerusalén a buscar restos de la cruz, volvió con un montón de prodigios y empezó a armar una colección: cadenas, sudarios, mantos, lágrimas, suspiros, huesos, pedacitos […]
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