Grans es un proyecto que nace de un taller de fotografía participativa realizado durante el mes de julio de 2020 junto a las vecinas y vecinos de Avià, en Cataluña. Desde el 1 de agosto de este mismo año sus resultados se exponen en gran formato en las calles y plazas de ese mismo pueblo. El taller fue comisariado por Rosa Cerarols de Konvent, con el apoyo y complicidad del Ajuntament de Avià. La postproducción de las imágenes ha sido a cargo de Pepe Molina Cruz.

Grans quiere ser un homenaje a los mayores del pueblo, a partir de la recuperación de la memoria histórica viva de Avià y los recuerdos que emanan de los álbumes de fotografía familiares. Quitándoles el polvo a esos recopilatorios de fotografías analógicas, se han ido recuperando imágenes cotidianas significativas que todos reconocen y en las que todos se reconocen: la escuela, las comuniones y matrimonios, el fútbol, las fiestas tradicionales y algunos espacios que se han ido transformando profundamente con el paso de los años.

El trabajo conjunto con las personas mayores del pueblo ofreció muchos momentos interesantes. El primer día del taller, llovía a cantaros. Los abuelos llegaron empapados, protegiendo sus fotos antiguas. Fue muy bonito ver la motivación de la gente por el mero hecho de hacer algo. La situación de la pandemia había obligado a que se cerrara el Casal de la gent gran, pero desde el Konvent, con quien realice la residencia artística, se quería trabajar con el colectivo de personas mayores vulnerabilizadas con la situación. Así, con Grans se buscaba crear una oda a la vida y una vuelta a la infancia cuando las miradas de estos últimos meses se orientaban hacia un camino menos colorido.

Cuando fui con Jepet a rehacer la foto en el descampado, sembrado de trigo, los vecinos dueños del solar nos riñeron. Nos reímos, y Jepet inició su proceso de recuerdo. Cuando vio las nuevas edificaciones en el lugar, recordó las palabras de su padre, que le había dicho que eso nunca se construiría. Pero Jepet al final lo vió. El paisaje de la Catalunya profunda no es inmutable.
Evidentemente, lo más interesante del proyecto era la inclusión de las fotos nuevas junto a las fotos antiguas recogidas. Y, sobretodo, la carga emocional que este proceso podía tener para todos: como ejercicio de la memoria y por el reflejo de un entorno social  muy pasado confluyendo en la actualidad. Todo este recorrido, al nivel vital de cada persona, es alucinante. Es un trabajo que tiene implicaciones emocionales y más allá de las cuestiones técnicas, de la simple reproducción de las fotos, nos permitió vivir ese viaje espacio-temporal desde lo lúdico y la (son)risa.
Ramón Burniol nos contó, mientras le hacía el croma con flashes (para incluir su foto actual en la foto antigua), que la foto antigua del stand de tiro de la feria de Avià se sacó en el momento en el cual él tiraba con la pistola; en ese momento se desencadenaba el flash. Así que durante la reconstrucción del momento vivió un verdadero «flashazo».

Por lo que respecta al color, con Pepe Molina Cruz hemos creado un color de inclusión con todas las imágenes antiguas escaneadas y con las fotos actuales realizadas en el mismo sitio, intentando mantener la distancia focal, las posturas. Para terminar el proceso, hemos buscado interpretaciones de color que nos sugiriesen algo, no tan solo ver un trabajo de inclusión, un «antes y despúes». Cada color tiene una carga emotiva: hemos recurrido a tonos pastel para recordar la infancia, unos tonos desaturados (cyan, amarillo, magenta); tenemos unos verdes que hablan de lo rural, de la naturaleza… En la foto de una primera comunión, el rosa y azul pastel recuerdan a la ilusión del momento; de la propia fotografía, algo no tan común en aquellos años.  En otra foto, el rojo y el amarillo nos trasladan a una posguerra dura, una infancia robada por el franquismo.
Catalina se casó en 1958, una boda que marcó el inicio de 61 años de vida matrimonial. Su marido murió hace apenas un año. La foto nueva es un homenaje al compañero de su vida. Cuando le enseñe la foto final, se enfadó, pero riendo. Había ido a la peluquería para la foto, y solo le había sacado sus piernas y varices. Recordó entonces que le faltaban esas otras dos piernas; lleva un año «coja».
Esta es Cal Cacahuata, la casa de la Cacahuata, que era muy conocida en el pueblo. Tenía mucha energía y estaba en todo. Toda su vida limpió las camisetas del equipo de fútbol de Aviá, un elemento muy importante en la vida de los avianeses, como la fiesta tradicional de las Caramelles.
Durante el taller, cuando se les preguntaba qué les haría ilusión, los participantes contestaban que volver a esos momentos de apogeo del pueblo, cuando la sala de baile estaba abierta y lo mejorcito de España venía a dejarse ver ahí. Otros contestaban que a esa normalidad que todos habían conocido.
Imágenes antiguas utilizadas en el proyecto

Sin lugar a dudas, los recuerdos de la gente dan forma a la identidad de un pueblo y, al recuperarlos hoy en día, adoptan nuevos significados y se revalorizan. En cierto modo, la clave de este proyecto es que después de tantos meses encerrados, con una visión borrosa y hasta distorsionada de la realidad, los participantes hicieron un «comeback» a la calle y a sus vidas muy bonito.

Con el taller se han creado, en fin, nuevas imágenes que mezclan el pasado y el presente mediante el hilo conductor del paso del tiempo. Así, le han quitado el polvo a recuerdos a menudos arrinconados y, durante algunos días, los ancianos y sus recuerdos han sido los protagonistas del verano y las calles de Avià.