El pasado 6 de julio en Librería Altaïr acogimos la audición con público del último capítulo de Els viatgers de la Gran Anaconda, el histórico programa de Catalunya Ràdio que nos acerca el mundo a través del viaje. Eligieron nuestra librería porque, en palabras de su creador, director y presentador Toni Arbonès, fue aquí «donde todo comenzó y donde queríamos también que acabase. Altaïr y, sobre todo, Pep Bernadas, fue el padre inspirador de las ideas de La Gran Anaconda. Fue aquí donde se inició esta filosofía viajera y este entender el mundo». Con motivo de este encuentro y de esta despedida entrevistamos a Toni Arbonès.


—Hace pocas semanas se emitió el último capítulo de Els viatgers de la Gran Anaconda, ¿Podría contarnos cómo empezó toda esta aventura?

—El programa comenzó en 1996 y tuvo dos épocas, la primera de unos 12 años de 1996 al 2009, después estuvo tres años desaparecido y, finalmente, ya la segunda etapa del 2012 al 2024. Así que habremos hecho, aproximadamente, ¡1050 programas!

No fue fácil. Es complicado vender programas como Els viatgers de la Gran Anaconda a los medios, pendientes sobretodo del fútbol, la política y el entretenimiento. Sin embargo, cuando tuvo la oportunidad, fue un programa competitivo. En Cataluña, cuando se emitía de 9 a 10 las mañanas de los domingos, siempre fue el líder de su franja horaria. 

La Gran Anaconda no ha querido ser un programa de viajes, sino que ha utilizado el viaje como vehículo para conocer las diferentes maneras de vivir, formas de pensar, de creer en el mundoLa filosofía de Els viatgers de la Gran Anaconda ha sido siempre la del conocimiento del otro y de uno mismo. Es decir, ha sido un programa humanístico.

—¿Por qué Els viatgers de la Gran Anaconda era diferente?¿Cuál era su propuesta para el programa?

—La gran Anaconda era un especie de puzle. Juntando las piezas veíamos el mundo. Hemos hablado del viaje a través del libro, del sonido con Eloïsa Matheu, de la naturaleza con el Doctor en Ciencias Ambientales, Martí Boada y el biólogo, Miquel Rafa, de geografía con el periodista Sergi Ramis, de islas que aparecen y desaparecen en los mapamundis a lo largo de los años con el periodista Jaume Bartrolí o de lenguas del mundo y de lenguas en peligro de extinción con el lingüista David Valls.

Cada programa era una pieza de ese puzle: Un día hablábamos de libros con el editor y escritor Enric Soler y entrevistábamos a un paleontólogo que había ido a estudiar un yacimiento de ámbar antiguo a Madagascar, o a un médico que había trabajado en países pobres y compartía sus vivencias personales y profesionales.

Venían especialistas a hablarnos de proyectos ya fuera de arquitectura en el Atlas marroquí o periodístico con las mujeres mineras de Bolivia. También seguimos el periplo de 16.000 kilómetros a pie desde Bangkok hasta Barcelona de Lluís L. Bayona y Jenn Baljko, o de cinco años de navegación alrededor del mundo de Joan Antoni Afonso y Laura Alameda.

La Gran Anaconda no ha querido ser un programa de viajes, sino que ha utilizado el viaje como vehículo para conocer las diferentes maneras de vivir, formas de pensar, de creer en el mundo

O por ejemplo, hablábamos de cómo afecta el calentamiento global a las sociedades. En este sentido el antropólogo, Francesc Bailón nos contó que en Groenlandia los inuit ya no pueden usar el trineo como antes porque en muchas zonas el mar no se acaba de congelar y los perros se ven forzados a nadar más que a andar. Muchos de ellos acaban ahogándose.

—¿Ha notado cambios en el viaje y en los relatos de viaje en estos 28 años? ¿Qué cree que busca ahora el viajero?

—Desde que empecé el programa hasta ahora ha habido un cambio sustancial tanto en la forma de viajar como en el mundo en sí. A nivel del comportamiento humano, antes, las personas estaban más interesadas en fotografiar los lugares que iban a visitar, pero la tendencia actual es a fotografiarse a ellos mismos. Parece que lo que menos les interesa es el lugar.

Incluso se han dado algunos casos de personas que se han precipitado al vacío por un selfie. En este sentido, ha cambiado todo mucho. Antes, a nivel fotográfico, viajábamos con cámaras que hasta que no volvías del viaje no sabías qué habías fotografiado, ibas a sitios que aquí casi no se habían visto, volvías con imágenes de pueblos, personas y paisajes inéditos para la mayoría. Creo que el mundo nos sorprendía más antes que ahora. Hoy día tienes infinidad de posibilidades de verlo todo antes de ir. Aunque la realidad sigue siendo incomparable a la virtualidad.

A nivel del comportamiento humano, antes, las personas estaban más interesadas en fotografiar los lugares que iban a visitar, pero la tendencia actual es a fotografiarse a ellos mismos. 

Otro cambio importante en el mundo del viaje es la masificación ya sea inducida por la industria turística o por las modas que dictan las redes sociales.

También, en el pasado, íbamos con mapas y guías de papel, ahora casi todo el mundo usa medios digitales. Me atrevería a decir que formamos parte de los primeros hombres y mujeres capaces de viajar a cualquier lugar del mundo sin saber donde estamos. Muchas veces nos limitamos a seguir la línea del GPS, llegamos al lugar pero, en realidad, no sabemos dónde estamos. No tenemos perspectiva y muchas veces no sabemos lo que hay cerca. Seguro que habría personas que en caso de quedarse sin el móvil no sabrían que hacer. Por otra parte, la tecnología no deja casi ningún rincón fuera de nuestro alcance. Incluso en la selva o la sabana encontraríamos wifi.

—¿Cuál ha sido su criterio para seleccionar a colaboradores y entrevistados?

—En 28 años, pocas han sido las entrevistas que no se han podido emitir. Siempre he procurado buscar lo mejor posible. He procurado trabajar con personas anónimas, gente corriente para que los oyentes se identificaran con ellos y ellas y vieran asequibles las experiencias que contábamos. Se trataba de encontrar personas capaces de ver y a la vez de describir lo que habían vivido o sentido. Por ejemplo, personas a las que la escritura les ha ayudado a conocer bien un lugar. O especialistas con capacidad didáctica. No he sido partidario de las «vueltas al mundo en una semana» por la visión superficial que ofrecen. Tampoco de los coleccionistas de países. 

—¿Qué le llevó a interesarse por el mundo de esta forma?

—Creo que fueron las montañas. Salgo a la montaña desde muy joven. Cuando íbamos a la montaña dedicábamos parte del viaje al alpinismo, y el resto a conocer el lugar. Por otra parte he dedicado cuatro décadas a observar e informar del mundo desde la sección Internacional del departamento de Informativos de Catalunya Ràdio. 

Esto también me permitió observar el mundo desde el punto de vista del enviado especial: he realizado coberturas informativas en Etiopía (la hambruna de 1985), Hong Kong (el cambio de soberanía 1997), Israel, Nepal, la Expedición Catalana al K2 de 1989, la guerra del Golfo de 1990 y 1991, Afganistán 2001, Kosovo 1999, Ucrania 2014, 2023, 2024, entre otros. 

No he sido partidario de las «vueltas al mundo en una semana» por la visión superficial que ofrecen. Tampoco de los coleccionistas de países. 

Els viatgers de la Gran Anaconda me permitió una visión del mundo más positiva. Generalmente lo bueno no es noticia. Si te llega un teletipo de agencia es porque ha pasado algo negativo. El programa me ha permitido hablar de lo que casi nunca sale en las noticias. Y, además, de una forma más tranquila, reflexiva y directa. Cuando hablas con viajeros te cuentan lo que han visto de forma genuina, en primera persona y sin ningún interés oculto. Cuando hablas con alguien que ha vuelto de un viaje su vivencia es valiosísima y fidedigna.

—¿Cuál cree que tendría que ser la función de los que escribimos, documentamos u organizamos viajes?

—Creo que la clave está en tratar de ver el mundo por ti mismo. Toda la información de Els viatgers de la Gran Anaconda ha sido libre de cualquier peaje. Creo que esto es muy importante.

—¿Cómo ve el panorama del viaje actual?

—Creo que deberíamos repensar nuestra forma de viajar. Hay que evitar convertir el mundo en un parque temático. Un acuarelista viajero me dijo que cada vez que una persona visita un lugar se lleva un pedacito de su alma. Si el lugar se masifica le robamos el alma entera. 

Un acuarelista viajero me dijo que cada vez que una persona visita un lugar se lleva un pedacito de su alma. Si el lugar se masifica le robamos el alma entera

—Tras 28 años, se acaba ¿Y ahora qué?

—En la medida de lo posible me gustaría viajar todo lo que no he podido, porque paradójicamente, hacer un programa de viajes evitaba que viajase. Ahora dejo la radio pero sigo interesado en el mundo y sigo creyendo en el viaje como forma de conocimiento, así que de una forma u otra seguiré aquí.


Para saber más…

’25 anys. El viatgers de la Gran Anaconda. Entrevistes escollides’ (Tushita, 2021)

 

‘El viatgers de la Gran Anaconda. 17 entrevistes més’ (Tushita, 2024)