En Occidente, el continente africano casi siempre es leído y contado desde una perspectiva colonial y a menudo racista, en la que cualquier noticia que no tenga que ver con pobreza y tragedias no interesa. Este punto de vista parcial refuerza estereotipos e invisibiliza la realidad de un territorio heterogéneo, diverso y muy creativo. Sonia Fernández, cartografía aquí algunas de las nuevas literaturas africanas.
La punta de un iceberg: eso es lo que llega de todo lo que se escribe hoy en día en el continente africano. Allí, las ideas y la imaginación bullen sin parar, rompiendo moldes, retorciendo imágenes, volviendo hacia atrás para impulsarse, tejiendo el mañana y sacudiendo presentes. Es difícil trasladar lo que no se puede contener; la magnitud y la fuerza de crear historias que saltan más allá de los límites de lo manido y tópico, enfocadas miles de veces desde los mismos —idénticos— vértices. Os ofrecemos un intento de transmitirlo, incompleto a la fuerza, pero lleno de emociones y descubrimientos.
Un maravilloso experimento que permite rellenar algunas zonas de esta cartografía sobre las literaturas africanas actuales. El mapa que encontraréis a continuación se ha poblado de una lista (cada vez más larga) con algunos de los libros que son, sin duda, un poderoso reflejo de lo que está siendo creado en estos últimos años. Se mezclan tanto obras traducidas como escritas en diferentes lenguas africanas.
Al colorear el mapa de las obras seleccionadas, en cada trazo ha sobrevenido la emoción al recordar la lectura. Con las alas recién nacidas, el pálpito se ha agudizado al comprobar la grandeza de todas ellas. No en vano uno de los errores más comunes es aglutinarlo bajo viejas etiquetas en un mismo saco como si todo valiera, todo fuera igual. Y, sin embargo, huyendo siempre de semejante distorsión, cada ventana se ha abierto mostrando sus diferencias. Las literaturas africanas se expanden así enseñando vidas y sueños, sentimientos y pasiones, historias y empatía. Hablar de géneros parece de otra época cuando los escritores saltan por encima de ellos, los descuartizan y hacen nacer nuevos inventos que esquivan todo encasillamiento. A las escritoras y escritores africanos le mueven múltiples inspiraciones; desde pasajes de su historia local, hasta la necesidad de contar la propia vida, la experiencia. Todo encaja a la perfección entre las páginas de un libro cuando la voz y la escritura es poderosa.
Para existir, un libro necesita al menos de dos lados. Uno es el de quien escribe, otro el de quien lee. El sabio maliense Ahmadou Hampaté Ba escribió: «No existe tu verdad, de modo que tampoco existe mi verdad. La verdad está en el medio. Debemos dar un paso para intentar encontrarnos». Hay muchas maneras de crear esos momentos únicos. Este mapa es otra forma de iniciarlo o intentarlo otra vez, con la seguridad de que el nuevo viaje, por lo menos, deparará asombro, conocimiento y conmoción. Que cada cual encuentre sus zapatos para caminar por los espacios literarios africanos. Sean estos los que sean.
ARGELIA. La historia reciente argelina aparece entre las páginas de Cuarenta años esperando a Isabel (Baile del Sol) del escritor Said Jatibi, a través de la historia de un pintor, Yusuf. Este, obsesionado con la escritora Isabelle Eberhardt, a quien considera una copia en femenino de sí mismo, repasa su vida desde su participación en la guerra de liberación hasta la década de los noventa, cuando se plantea abandonar su país ante la llegada de los islamistas. «Quedarse o morir se han convertido en dos cosas bastante similares para mí», afirmará.
TÚNEZ. A pesar de que las letras tunecinas están muy vivas y arrojan cada año novedades interesantes, las traducciones no acaban de producirse. Por ello es de destacar la Antología de poesía tunecina contemporánea, traducida del árabe por Ridha Mami y editada por Sial. En ella se muestra una poesía crítica a través de un amplio abanico de voces que van desde la década de 1920 hasta la actualidad, en una polifonía que nos permite introducirnos en las diversas etapas por las que ha atravesado el país.
MARRUECOS. Las mujeres no se callan. Y hablan, además, de miseria sexual y de hipocresía social. Leila Slimani lo comprobó cuando en la promoción de su primera novela, entabló conversación con muchas mujeres marroquíes que le hablaron sobre su sexualidad, constatando que la mayoría tenían dificultad para saber siquiera qué palabras utilizar para hablar de ello. Entonces, compiló aquellas confesiones en Sexo y mentiras. La vida sexual en Marruecos (Cabaret Voltaire). Un libro editado también en formato cómic con el objetivo de llegar a las generaciones más jóvenes.
SAHARA. La poesía ha sido y es el vehículo de expresión elegido por los saharauis, un pueblo con necesidad de comunicar. Así son los versos de Zahra Hasnaui, escritos en español, segunda lengua de los saharauis, y editados por Arma Poética bajo el título El silencio de las nubes. Reivindicativa, dolida, comprometida y sensible esta escritora agita y estremece. Hasta las nubes están calladas en este doloroso conflicto.
MAURITANIA. Cualquiera de las obras de Mbarek Ould Beyrouk son dignas de destacar. Je suis seul (Elyzad, 2018) nos ubica en una ciudad del desierto que cae en manos de los yihadistas. La narración, siempre llena de lirismo del autor, nos adentra en una sociedad perturbada por la irrupción de estos, a través del monólogo de un hombre obligado a esconderse. Más actual que nunca, el terrorismo, esta vez en el Sahel, es vivido y analizado desde varias perspectivas que invitan a ponerse en la piel de aquellos que lo sufren al tiempo que intenta analizar los posibles porqués que se encuentran tras las acciones de los yihadistas.
SENEGAL. Cada vez con más frecuencia se tiene interés en indagar en la historia para narrar relatos que van más allá de los límites geográficos de los que mana. Casi siempre son episodios que se quieren recuperar y amplificar para que sean visionados desde otros ángulos diferentes, abriendo el espectro desde el que generalmente han sido narrados. Este es el caso de Hermanos de alma (Anagrama) de David Diop, que amplía lo que (des)conocemos sobre los tiradores senegaleses, mostrando otra imagen al tiempo que alienta preguntas filosóficas que conciernen a todo ser humano cuando le toca sufrir toda la crueldad de la guerra.
LIBERIA. Otro país del que escasean las traducciones. De hecho, Asesinato entre las yucas es la primera obra que lo logra. La recuperación de escritores del pasado, en este caso Bai T. Moore, es también muy necesaria. Una pequeña editorial (La Umbría y la Solana) nos ha acercado una obra de los años 60 que nos muestra, de una manera muy realista, el tejido social y la manera de ser liberiana. En ella destaca el lenguaje, en un ejercicio de traducción difícil.
COSTA DE MARFIL. Inéditos hasta ahora han sido Armand Gauz y Edwige Dro. El primero es una de las voces más innovadoras y rompedoras, con una literatura de gran calidad llena de juegos, rica y creativa, que no se conforma con cuajar buenas historias y ambiciona nuevas formas de expresión. La segunda pertenece a una generación más joven, se autodenomina «escrivista» (un híbrido entre escritora y activista) y está detrás del colectivo «Abidjan Lit» junto con otros escritores marfileños. A ambos se les puede leer en la antología Doce relatos urbanos. Doce voces africanas (Casa África).
GHANA. Nii Ayikwei Parkes cocinó en El enigma del pájaro azul (Club editor) un híbrido que combina la investigación científica, del tipo CSI, con el vino de palma, al pasar de la aldea a la ciudad, de lo científico a lo artesanal y de la tradición a la modernidad. Tras la intriga, lo importante es la historia elegida y el modo de contarla, en un libro en el que se mezclan el inglés, el pidgin y el twi, enseñando cómo cada lengua tiene su espacio de uso y su esfera de poder.
NIGERIA. De unos de los países literariamente más vibrantes del continente, llegan escritoras que hablan sobre cuestiones de siempre, pero dándoles una vuelta de tuerca. Ayòbámi Adébáyò lo hace sobre el amor, la poligamia y la infertilidad en Quédate conmigo (Gatopardo). Oyinkan Braithwaite hace lo propio sobre la sociedad patriarcal, las redes sociales y el hermanamiento entre mujeres en Mi hermana, asesina en serie (Alpha Decay). Y Chinelo Okparanta sobre la guerra civil nigeriana y los obstáculos que tienen que superar las mujeres que aman a personas de su mismo sexo, con el añadido de pertenecer a dos grupos diferentes: hausa e igbo, en Bajo las ramas de los udalas (Baile del Sol).
CAMERÚN. Imbolo Mbue es una de las jóvenes escritoras que destacan y a la que se augura una trayectoria llena de buenos títulos. Con su primera novela, Behold The Dreamers, consiguió ser la primera persona africana en ganar el prestigioso premio literario PEN Faulkner. De momento, La revocación es el único relato traducido al español, que se puede leer online gracias al esfuerzo y el interés de dos revistas: Afribuku y Bakwa (revista camerunesa que ha editado una antología en fechas recientes bajo el título On Passion and Ink) que se han unido para dar a conocer nuevas voces del continente africano como la de Mbue.
GUINEA ECUATORIAL. La situación de la mujer vuelve a las páginas de Trifonia Melibea Obono en La albina del dinero, aunque ya habíamos observado una crítica similar en La bastarda, donde denuncia la vida que llevan las personas LGTBIQ+ en su país. Ella nos habla del peso de la tradición y de los silencios que se imponen para lastrar los sueños y los sentimientos de las mujeres de cualquier orientación sexual que son relegadas al papel de madre y esposa, mientras las nuevas generaciones comienzan a mostrar su fuerza y su resistencia a ser consideradas como tales. Haciendo de la literatura una forma de lucha.
ANGOLA. Se puede tener la tentación de volver a preguntar a Agualusa sobre el realismo mágico africano al que en tantas ocasiones han asociado las obras de tantos otros escritores africanos. Sin embargo, él supera este etiquetaje al afirmar que le interesa más el absurdo que surge en situaciones de vacío de Estado. Teoría general del olvido, editada por Edhasa, tiene por centro a Luanda, la ciudad que sale de una guerra de independencia cruenta, y a Ludo, una mujer que decide encerrarse en casa por miedo a «los otros», todos aquellos que quedan fuera. Entre ambas, los sueños y la poesía.
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO. Gabriel Mwènè Okoundji funde el lenguaje oral de su pueblo con la escritura mediante sus poemas. Puente entre culturas, mezcla la iniciación, el animismo, los ritos de su Congo natal con los suelos franceses donde se formó. Su Antología poética (Pretextos) nos lleva de aquí a allá, revelando, según sus propias palabras, al individuo su dimensión humana. Entre el exilio y la fuente de origen, en ese tira y afloja que tantas veces aparece en las letras del continente africano, Okoundji dibuja su yo más íntimo a veces a contracorriente y a contra-lenguaje
SOMALIA. La original voz de Diriye Osman se expande en sus Cuentos para niños perdidos (Team Angelica Publishing). A través de ellos nos sumerge en las experiencias, vivencias y sexualidades de algunos jóvenes somalíes. Homosexuales y lesbianas confrontados a una comunidad tradicional y a un entorno familiar que se vuelve contra ellos de manera brutal. Además de contarnos otra Somalia, Osman habla sobre el exilio, la migración y la enfermedad mental.
KENIA. El escritor que no cesa, así es Ngugi wa Thiong´o, de quien la editorial Rayo Verde está publicando sus memorias, que se pueden leer también en catalán y en euskera por Txalaparta. Un repaso a la fascinante vida de un titán de las letras y a la historia de Kenia. Una invitación a experimentar el nacimiento de un escritor y leer sobre la génesis de su pensamiento universal y revulsivo, en tres volúmenes: Sueños en tiempos de guerra, En la casa del intérprete y Nace un tejedor de sueños.
UGANDA. La historia, los mitos y las leyendas en el centro. Jennifer Makumbi nos lleva a 1750, al reino de Buganda, a una recreación de la vida antes de que apareciera el hombre blanco. Kintu es un apasionante repaso a la historia de este país, desde el periodo precolonial hasta los comienzos del siglo XXI, que nos ayuda a comprender un poco más la Uganda de hoy. Con una técnica que entronca con la tradición oral Ganda, salpicada de palabras en luganda, es una zambullida colosal desde múltiples enfoques y bajo multitud de temáticas con coordenadas políticas, sociales o culturales.
RUANDA Y BURUNDI. Aunque el libro que más ha sonado los últimos años ha sido el exitoso Pequeño país del burundés Gaël Faye, son muchas las voces en Ruanda que quieren contar su propia historia. Louise Umutoni, la editora detrás de Huza Press, y su equipo, apuestan por estos jóvenes que sienten la necesidad de transmitir historias contemporáneas, originales, con la ambición de ir creando, poco a poco, pero por el mejor camino, un canon literario ruandés. Ya tienen la primera antología, Versus and Other Stories: una muestra, un inicio.
MOZAMBIQUE. La historia del propio país descubierta desde lecturas diferentes es lo que subyace bajo Trilogía de Mozambique (Alfaguara), de Mia Couto. Esquivando la etiqueta de «novelas históricas», las tres obras que componen este gran trabajo detrás del que se esconden muchas horas de investigación, tienen por protagonista a una joven. En gran medida una deconstrucción de Ngungunyane, soberano del Reino de Gaza, las múltiples caras de eso que se considera «verdad» desconciertan en un universo plagado de ensoñaciones, donde volar y soñar se dicen con la misma palabra.
ZIMBABUE. Larga es la tradición literaria de este país que ha llegado a contar con una de las ferias del libro más importantes del continente. No Violet Bulawayo ha sido la escritora que más ha resonado en los últimos años por diversos motivos. Su Necesitamos nombres nuevos (Salamandra) levantó polémicas desde el principio. Se la acusó de plasmar los temas que gustan al público occidental y que no dejan que el continente salga del etiquetaje maldito: niños de la calle, miseria, violencia… Bulawayo, por su parte, quiso construir un espejo en el que muchos lograran reflejarse, conllevara eso lo que conllevara.
SUDÁFRICA. La actual Sudáfrica aflora en las manos de los jóvenes talentos que tienen mucho que decir. Tanto Koleka Putuma desde una poesía rompedora (Amnesia colectiva) como Kopano Matlwa desde una ficción que no deja indiferente (Florescencia) nos sumergen en la Sudáfrica de hoy mismo, en la que la xenofobia, el racismo, la violencia contra las mujeres, la homofobia, el patriarcado y la precariedad aparecen en cualquier sitio. Pero también muestran una juventud que consigue salir adelante, a pesar de los pesares.