El fin del mundo es el lugar al que llegas cuando estás aburrido de tu vida en Riazor. Crees que solo viniste para tomar un café y cuando te das cuenta, o te lo preguntan un par de foráneos en la playa, constatas que ya son cinco años de felicidad en un pueblo que protege a los que se instalan de los embates del mar da fora. Hablas de un pasado como si realmente hubiera existido, un edificio en Coruña del que nunca supiste el nombre de tus vecinos. Aquí en Fisterra un día suena el timbre y es un vecino que te deja un cesto de nécoras, y otro día bajas a pasear al perrito y tropiezas con una caja anónima con huevos y patatas dejada en el portal. Te llamas Cris, pero tus amigas creen que eres Antoñita la Fantástica cuando les cuentas que estás un dos de enero sentada en la playa de la Langosteira tomando el sol y felicitándote el año que decidiste instalarte aquí. Hay que venir tres veces en un año para entender que Fisterra tiene un microclima que es una isla en el país gallego de la ll...


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