Puerto Madryn es, sin dudas, un santuario natural. En estas costas del noroeste de la provincia de Chubut y en sus inmediaciones —desde la ciudad a la indómita Península de Valdés—, en la indómita Patagonia argentina, se puede avistar la Ballena Franca Austral, una especie que migra todos los años desde las gélidas aguas antárticas para aparearse y parir por estas latitudes.
Madryn es una de las áreas biológicas más destacadas de la costa Patagónica y a partir de junio su atractivo se duplica con la llegada de esta ballena. Pero la Franca Austral no arriba aquí en soledad: hay otras especies que la acompañan en este eterno peregrinaje. Como los elefantes marinos, que asoman por esta península a mediados de agosto, o los pingüinos de Magallanes que pueblan la Reserva Punta Tombo en septiembre. También sobrevuela un buen número de aves migratorias, como el llamativo flamenco chileno, que se acerca en bandadas desde el país vecino. Y las que están siempre, como los cormoranes, que anidan...


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