Las postales que Martín Caparrós nos ha ido mandando durante los últimos años a Altaïr Magazine se reúnen ahora en un libro. Entrevistamos al escritor —y también, claro está, al fotógrafo— sobre este recorrido «caprichoso, personal e íntimo» que nos lleva a rincones de todo el mundo.
«Un libro raro»
Desde el asco más puro trabajando con pedófilos en Sri Lanka a otros aspectos más «banales» como el amor reflejado en una pareja mexicana en Oaxaca. Postales es un hiperviaje, 40 saltos a través de 40 lugares del mundo. Un libro que funciona mediante un mecanismo poco usual para Caparrós: «Nunca miré una foto en el momento de ponerme a escribir». Un recorrido con un orden pensado al detalle, que arma un relato, una conversación entre los textos.
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«Siempre quise ser fotógrafo»
Postales nace de una voluntad que nunca llegó a concretarse de forma completa. Cuando era pequeño, Martín Caparrós quería trabajar como fotógrafo. De hecho, entró en su primer diario, Noticias, para desarrollar esa tarea. Luego la vida se encargó de llevarle por otros caminos, «infinitamente peores», dice entre risas. Pero son esos caminos los que permiten a Caparrós disfrutar de la fotografía como si de un juego se tratara: «Puedo hacer fotos sin tener la sensación de que allí me estoy jugando nada».
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«El viaje me enseña que uno no sabe»
Postales es un viaje por diferentes rincones del planeta que hacemos de la mano de un asiduo viajero, para quien el viaje es una arma para combatir el paso del tiempo. «Los viajes sirven para marcar el tiempo, para tratar de creer que no pasa en vano». Además, Caparrós los considera la manera ideal de seguir buscando, de seguir equivocándose.
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