¡50 pesos! ¡50 pesos! ¡50 PESOOOOS! Los gritos de México. Lentejuelas. Mallas de licra como segunda piel. El cura y el dentista. Nazis y esvásticas. Estampas de santos. El Santo. Masculinidades al estilo Glam Metal. Vida, lucha, fiesta y muerte. El hogar. Y la fama del anónimo, la falseada, la reinvención. Siempre máscaras: «Nosotros somos una sociedad de enmascarados» sentencia la fotógrafa Lourdes Grobet. Aunque se refiere a varias dimensiones de México, la cultura de la máscara proviene de la tradición prehispánica, que permanece arraigada, y que también se hace visible en algunos trajes con motivos Aztecas. Pero no hay un patrón para la vestimenta, ni un perfil para ser luchador.
«Nosotros somos una sociedad de enmascarados»
El teórico Ronald Barthes compara la lucha libre mexicana, o el catch con la escritura diacrítica: «por encima de la significación fundamental de su cuerpo, el luchador dispone de explicaciones episódicas pero siempre oportunas, que ayudan permanentemente a la lectura del combate por medio de gestos, actitudes y mímicas que llevan la intención al máximo de evidencia. A veces el luchador triunfa y muestra un rictus innoble mientras tiene al buen deportista bajo sus rodillas; otras dirige a la multitud una sonrisa de suficiencia, anunciadora de la próxima venganza».
Para Lourdes Grobet la lucha libre no es un deporte violento. Es el encuentro de dos cuerpos. Y aunque sea a base de golpes, «es coreografía». Y desde luego es cultura, cultura popular. Así lo representa en las 51 fotografías de «Lucha libre. Retratos de familia», una recopilación –de su trabajo homónimo llevado a cabo en 2010 y de «Espectacular de la lucha libre» realizado en los 80– con motivo del Festival MXaBCN . A través de estas imágenes explora el México profundo porque «no quería las típicas fotos folclóricas». Así se cuela en el backstage de la lucha libre hasta acceder a la cotidianidad de los luchadores.
«Yo si no establezco relación con las personas no puedo tomarles fotos», asegura Lourdes Grobet, y aunque se enfrentaba a los más bravos luchadores, no sacaba la cámara porque «es un elemento agresor». Para conseguir componer estos retratos Grobet se introduce en la esfera privada de técnicos y rudos (héroes y villanos del catch) y busca la naturalidad que se esconde tras el espectáculo. Y el poso que ha dejado la lucha en la sociedad mexicana es precisamente lo que las contemporáneas estampas costumbristas de Grobet representan.
La lucha libre no es un deporte violento. Es el encuentro de dos cuerpos. Y aunque sea a base de golpes, es coreografía
Grobet asegura que conoció a personajes curiosos, pero que en especial fueron las luchadoras las que le sorprendieron: «Son arriesgadas, valientes, decididas, fuertes». La fotógrafa retrata mujeres que se ven empoderadas por el simple hecho de portar la máscara.
Pero a estas enérgicas imágenes de Diabólica con sus hijos, Astroboy o Fray Tormenta oficiando la misa, se suma la representación muralística de Miguel Valiñas y los documentos sonoros de Félix Blume. El resultado es un conglomerado de medios que impregnan la sala de México, de su cultura y de lo que para los organizadores del MXaBCN es la esencia de un país tan intenso.
FOTOGRAFÍAS DE LOURDES GROBET
FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÉXICO EN BARCELONA MXaBCN