Dakar, sábado por la mañana. Estoy entusiasmada con la idea de este comienzo de fin de semana, que se anuncia lleno de sorpresas. Mientras me tomo tranquilamente mi café en el patio de la Boite à Idées, contemplo el lugar y vuelvo a pensar en lo que se ha convertido después de estos dos últimos años de trabajo. La Boite à Idées es colorada, está cultivada y llena de promesas. La biblioteca se ha agrandado, las donaciones de obras sobre el arte, la cultura y la literatura se han acumulado poco a poco, hay cuadros diferentes en todas las habitaciones. Algunos están de paso, otros embellecen la casa desde hace años. La Boite à Idées es el lugar donde vivo, pero también mucho más que eso: se ha convertido en un espacio cultural que mes tras mes ha recibido rodajes, sesiones fotográficas, exposiciones, pequeñas veladas improvisadas y otros eventos inolvidables.
La alarma de mi teléfono me saca de mis pensamientos: «¡El rodaje! ¡Llego tarde!»
Antes del final de la mañana, he conseguido co...


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