El zapatismo tuvo su auge años atrás. El que fue vocero del movimiento, el Subcomandante Insurgente Marcos, murió y resucitó como el Subcomandante Insurgente Galeano, otro de sus compañeros asesinados, el Subcomandante abraza la narrativa, más tarde desapareció de la primera plana. Hay quien dice que fue enviado por el gobierno mexicano a una isla y rodeado de todos los lujos posibles para que dejase de abatir enemigos con su bala, su bala de lengua, dientes y saliva. Desconocemos su paradero, pero lo más probable es que siga viviendo entre las montañas chiapanecas, rodeado de su gente, de la gente del «color de la tierra», la gente que camina y camina y camina.
Las palabras del Subcomandante rebotan en las paredes de San Cristóbal de las Casas. El zapatismo no tiene la fuerza y visibilidad de aquellos días, sin embargo, su eco aún se escucha entre los cerros del sureste mexicano. Los zapatistas dicen que «caminando es como el mundo se vive». Este caminar quizá esté en su etapa de bar...


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