Los periodistas no son —no somos— seres imaginativos. A veces, para confirmarlo, alguno viene a entrevistarme. Se supone que he viajado un poco, así que hay una línea que me repiten tanto:
—Y usted, que fue a muchos lugares, ¿cuál es el que más le gustó?
Me preguntan, y algunos incluso me miran como diciendo vio qué buena pregunta. Entonces yo trato de pensar algo que los sorprenda y me sorprenda pero, si estoy de ánimo perezoso o sincero —que suele ser lo mismo— contesto que Guilin.
—¿Dónde?
—Guilin, una ciudad en el sur de la China.
—Ah, claro.
Dicen, o algo así, y ponen cara de ni idea, y yo empiezo a contarles que Guilin o Quilin o Kweilin es una ciudad como muchas, un millón de habitantes y un zoológico lleno de osos pandas, pero que lo que importa no es la ciudad sino el territorio alrededor. Que por allí serpentea un río que se llama Li y que en las orillas del río crecen peñascos verdes y feroces que convierten el paisaje en increíble estampa china. Y que en el río, cuando lo n...
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