PAISAJES VIVOS es una serie de Andoni Canela que nos transporta a visitar espacios singulares de todo el Planeta donde descubrir animales salvajes. En este tercer episodio, Andoni viaja hasta Tailandia.
El calor sumado a la humedad es un cóctel explosivo. No tengo duda de que exprimiendo la camiseta podría salir un vaso lleno de agua. Camino sudando entre una exuberancia tropical desbordante. Hay vegetación por donde sea que mires, mil y un tipos de verde. Esto son las selvas tropicales. No importa en qué continentes estés, la sensación es siempre la misma. En este caso, es una selva asiática en el este de Tailandia, cerca de Laos: el Parque Nacional Chao Yai. Es una de las áreas mejor protegidas de esta zona del sudeste asiático y alberga tesoros naturales como el cálao bicorne, uno de mis objetivos principales de este viaje.
Después de instalarme en una pequeña habitación de cemento, salgo a explorar el parque. Los senderos son estrechos y tan solo se abre el panorama cerca de los ríos. Llego a una zona abierta de la selva y espero. En unos minutos descubro al primer cálao bicorne (Buceros bicornis). Antes de poder observarlo con mis ojos, su sonido le delata. Parece una locomotora de tren. Bate las alas con gran estruendo y es un espectáculo verlo volar. Su peculiar silueta y su forma de volar son inconfundibles, al igual que su casco con dos cuernos. Logro hacer un par de fotografías. El cálao se ve diminuto al lado de la inmensidad de la selva.
Unos días más tarde, tengo la oportunidad de ver al cálao bicorne a corta distancia. Posado en un árbol, la hembra se reúne con su pareja antes de dirigirse hacia el nido. Los colores intensos del cálao contrastan con el verde omnipresente de la selva. Esta ave tropical es una de las aves más bellas del mundo. Con un espectacular plumaje negro y amarillo, mide más de un metro de altura y posee una alas anchas y poderosas. Lo más singular, es su cabeza: sobre ella, lleva un casco con dos cuernos (de allí su nombre científico bicornis) y un enorme pico naranja y blanco. El cálao bicorne está amenazado, al igual que su hábitat. El mayor peligro al que se enfrenta es la destrucción de las selvas. En algunos lugares de Tailandia, el subcontinente indio y el sudeste asiático, encuentra selvas en buen estado de conservación para poder criar y una variedad de árboles para alimentarse de sus frutos durante todo el año. El cálao también es cazado en muchas zonas. El motivo son el pico, el cráneo y las plumas, que se utilizan como amuletos, adornos en indumentaria, decoración y en celebraciones.
Son las 6 de la mañana, todavía de noche cuando vuelvo a intentar fotografiar a los cálaos volando. Mientras espero junto a un río, oigo un rugido. Lo escucho con nitidez y lo identifico como el rugido de un leopardo. El leopardo es difícil de ver, pero es relativamente común en el parque, mientras los tigres son muy escasos y solo hay unos pocos registros en cámaras en la última década. Al instante de escucharse el rugido del leopardo los gibones se alborotan y comienza a saltar de rama en rama y dando aullidos que se escuchan por toda la selva. Están lejos y no puedo fotografiarlos.
Los colores intensos del cálao contrastan con el verde omnipresente de la selva. Esta ave tropical es una de las aves más bellas del mundo
Pasan las horas y veo a un grupo de tres cálaos volando y haciendo paradas en diferentes ramas para comer los frutos en la parte alta de la selva. De regreso, hago una parada; junto al bosque, una cascada crea una laguna con pequeñas playas de arena blanca. Paso por una cueva donde hay cientos de mariposas que están empezando a despertarse y continúo hacia el punto de observación de los cálaos después de atravesar un puente colgante de tablillas de madera. En la selva y en el bosque lluvioso, los ríos son la vía de comunicación más usada junto a caminos y sendas entre la espesura. Y con ellos, están los puentes. Siempre me han atraído los puentes colgantes, ya sean hechos de madera, lianas, bambú, cuerdas o cables de hierro. Desde el mismo puente detecto a un grupo de monos. Se tratan de macacos de cola de cerdo (Macaca leonina), muy comunes en estas selvas asiáticas. El nombre le viene de que su cola tiene similitud con la cola de un cerdo. Pueden vivir desde el nivel del mar hasta en zonas de montaña con selva. Se mueven muchas veces por el suelo, pero es en los árboles donde pasan la mayor parte del tiempo y donde tienen su refugio. Pueden comer de casi todo, pero especialmente se alimentan de frutas y semillas. Observo como una madre macaca, en la rama de un árbol, le quita los piojos a uno de sus hijos mayores mientras que otro más pequeño mama con los ojos cerrados.
Pasan los días y se acerca la temporada de lluvias. Las sanguijuelas se cuelan por el tobillo o la cintura y tengo que revisarme el cuerpo cada día. Una mañana salgo a caminar otra vez cerca del río. Sentado, mientras me estoy quitando una sanguijuela de la bota escucho un ruido a mis espaldas. Me giro hacia donde viene el sonido y veo un enorme elefante de grandes colmillos que come frutos de un árbol. Está a unos 80 metros de distancia. Me aparto y me retiro caminando lentamente, de espaldas, sin parar de mirar al elefante. Hago algunas fotografías cuando ya estoy más lejos. Lo más sorprendente es hacia dónde va el elefante: va exactamente por el mismo estrecho sendero por el que yo iba caminando. El viejo macho avanza lentamente y desaparece en la selva en unos segundos. Lo mismo ocurre minutos después con el resto de la manada. El sendero entre los árboles es tan estrecho que parece imposible que puedan pasar por allí. Pero han pasado. Se los ha tragado literalmente la selva, como si fueran fantasmas a pesar de su enorme tamaño. Sería imposible seguirlos en la inmensidad de la selva.
En estos bosques tropicales, el elefante asiático (Elephas maximus) es muy difícil de observar en libertad, entre otras cosas porque hay muy pocos. Están muy amenazados y al borde de la extinción en varios países. Entre Laos, Tailandia, Vietnam, Camboya y el sur de China viven menos de 2 500 elefantes en libertad. Tan solo sobreviven en unos pocos lugares donde el bosque tropical es suficientemente grande para ellos y está bien conservado. La tala de la selva, la deforestación para ganar terreno para la agricultura, el tráfico de marfil y la captura ilegal de elefantes salvajes para uso doméstico y turístico son sus principales amenazas. En Tailandia, la mayoría de los elefantes que se ven están domesticados y son usados como atracciones de feria (elefantes que juegan al fútbol o que pintan cuadros) como paseos turísticos o para trabajar en el campo (agricultura, tala de bosques, etc.).
Localiza en este mapa interactivo el recorrido de Andoni