Kristopher Ho es un hongkonés atípico. Vive a contracorriente en una ciudad que prioriza la eficiencia y el rendimiento inmediato. A su ritmo, dibuja, crea y sueña con una sociedad más abierta y comprometida con el arte, en la que él y sus compañeros no deban plantearse constantemente aquello de «¿por qué hago lo que hago?».