Un pantalón de mezclilla, cuatro abrigos gordos, cinco blusas de verano, una antología de ensayos de Montaigne de carátula verde, edición Letras Cubanas; dos ajustadores, tres blúmeres, cuatro pares de media, una liga para pelo; Las muchachas de La Habana no tienen perdón de Dios, compilado por Luisa Campuzano; Cartas de viaje de Aurelia Castillo, dos botellas de ron Havana Club, algunas libretas de estudios y notas, un par de botas, una cajita con algunos aretes, una bolsa roja de flores amarillas con un creyón de labios rojo y otro rosa pálido, un estuche con 4 sombras para ojos, un tubito de crema para manos, un lápiz delineador negro y un polvo nácar compacto; además, un gorro verde para combatir el frío, unos guantes forrados en piel y unas chancletas de goma; en las esquinas van dos chores y dos leggins, y en el bolsillo delantero un pozuelo plástico con antinflamatorios, antihistamínicos, banditas, mentol y diclofenafco de sodio. En la mochila va un libro de crónicas de Alejo Ca...


Este contenido es sólo para suscriptores.

Consulta aquí las suscripciones que te permiten acompañarnos en este viaje.

Si ya eres suscriptor, accede indicando tu usuario y contraseña aquí debajo.