Un virus ha cambiado el mundo. Otra vez. Pero, a diferencia de ocasiones anteriores, hoy disponemos de mapas precisos de todos los factores que inciden en la epidemia global y la gran mayoría de nosotros ya no hemos acudido a iglesias, mezquitas, sinagogas, porque estaban «fuera de servicio». En ellas no había curación ni tampoco espacios para que sus divinidades respondieran a las plegarias con secretos revelados que nos protegieran de los muchos y diversos cambios sociales, económicos, culturales, climáticos e industriales que nos esperan en un futuro que vivimos en presente continuo y que los adoradores de la necroinformación ya se han apresurado a divulgar solo a partir de sus efectos paralizantes.

Hoy también disponemos de múltiples y novedosas cartografías críticas que, si bien no está demostrado que nos inviten a tomar mejores decisiones, sí nos ayudan a definir con más precisión algunas de las muchas rupturas que hemos visto aflorar en este día a día confinado en forma de renovados autoritarismos, racismos, clasismos, machismos y nacionalismos, de todo pelaje y condición, que representan gran parte de los odios y las fobias que los seres humanos escribimos con las cinco letras de la palabra «miedo».

Con idea de combatir esos pavores y disfrutar de cómo nos contamos el mundo a través de los mapas, os planteamos un monográfico especial en el que hablamos de cómo hoy cartografiamos con prodigiosa precisión y con mucho atractivo ríos, montañas, lagos, océanos, calles y selvas. También de cómo mapeamos de forma analítica y casi en tiempo real desde la violencia económica de una sociedad, la historia de un país y los movimientos sociales y económicos hasta casi cualquier aspecto —local o global— de, por ejemplo, la economía o la ecología.

Hoy también disponemos de múltiples y novedosas cartografías críticas que nos ayudan a definir con más precisión algunas de las muchas rupturas que hemos visto aflorar en este día a día confinado

Con ese espíritu, Jaime López traza en La caja que cambió el mundo una expresiva cartografía de las rutas comerciales por las que circula el intenso tráfico global de contenedores que define el pulso económico y geopolítico mundial, con nuevos centros de decisión que ya no están en una la vieja y cansada Europa. Tampoco están en el Mare Nostrum —ombligo del mundo en la antigüedad—y hoy en la periferia de la desigualdad y la muerte para miles de seres humanos que emprenden el viaje más difícil, el de la migración. Es una parte de lo que muestran las imágenes del fotógrafo italiano Mattia Insolera, que en su historia El sexto continente retrata un Mediterráneo como valla que separa Norte y Sur.

Virginia Mendoza cuenta en Donde todo empieza una divertida historia que configura una cartografía-perfil sociopolítico de Armenia, una tierra que conoce muy bien. De mapas y caprichos que evidencian la megalomanía dictatorial del rumano Nicolae Ceaușescu nos habla Ander Izagirre en su crónica Cómo cruzar los Cárpatos (sin verdadera necesidad), cuya protagonista es la Transfăgărășan, una carretera tan alocada como inútil y que atraviesa las montañas más altas de Rumanía.

También pergeñamos otras muchas cartografías que nos acercan de forma visual realidades nada abstractas. En su Mapamundi de ficciones, Gabi Martínez rescata lugares inseparables de la literatura universal: de la Atlántida y Utopía a las andanzas de Marco Polo o las narraciones de Faulkner y el Macondo de Gabo. Por su parte, Sonia Fernández apunta las Nuevas literaturas africanas y pone su GPS en la cartografía artística de un continente cuya vida cultural queda sepultada a menudo entre escombros de clichés y tragedias que se siguen vendiendo fácil y a precio de saldo en todos los medios de comunicación internacionales.

Natalia Ruiz Zelmanovitch, en su Cartógrafos del cielo, se atreve a circular por el mapa del firmamento estrellado apoyada en los últimos avances que nos dan a entender la posición del minúsculo punto azul, la Tierra, en un cosmos infinito. El ensayista australiano Simon Sellars nos lleva de Viaje al centro de Google Earth para visitar los fantasmas que se esconden entre los píxeles de la herramienta cartográfica más popular y usada en nuestro tiempo. Desde otro punto de vista muy diferente, la artista británica Jacqui Kenny nos comparte su peculiar forma de viajar sin salir de casa, como agorafóbica que es: a través de Google Street View, capturando instantáneas de fascinantes viajes a lugares remotos del planeta que no conoce físicamente (de momento).

Las herramientas tecnológicas actuales también permiten (al menos hasta antes de la llegada de ese extraño bicho que ni se ve, ni se escucha, ni se huele) que, por primera vez en la historia, ciudadanos con menos recursos puedan cartografiar sus territorios, vidas y experiencias: desde los waoranis de las selvas amazónicas de Ecuador a los vecinos del barrio del Raval de Barcelona o los de las colonias más desfavorecidas de Ecatepec, en Ciudad de México, que han denunciado a través de mapas las agresiones a sus territorios, el tráfico de drogas en sus calles o la penosa situación de las infraestructuras urbanas con las que malviven.

Las herramientas tecnológicas actuales también permiten que, por primera vez en la historia, ciudadanos con menos recursos puedan cartografiar sus territorios, vidas y experiencias

No olvidamos en este número cartográfico lo que llamamos ensayos visuales, como el de Adrià Grau, que con sus fotos nos lleva al poco conocido Bután; el del gran fotoperiodista español especializado en naturaleza, Andoni Canela, que nos maravilla con sus imágenes de Namibia; o el de Pau Riera, que también ensaya con sus instantáneas otras maneras de rehacer los mapas de la crónica deportiva ya que, junto a Jordi Brescó, nos hablan de Un estadio en el limbo, un campo de fútbol situado en medio de una zona de seguridad de la ONU en la ciudad de Nicosia, la capital de Chipre, dividida por un muro.

A partir de esa variedad argumental habitual en nuestras propuestas para mirar el mundo desde los viajes, también nos acercamos a un género que nos interesa mucho: la ficción «basada en hechos reales», como es el Paseo por Turín que nos plantea Agustín Fernández Mallo, en su historia sobre Nietzsche, con una frase susurrada y un caballo maltratado. Por otra parte, y con una propuesta diferente, trazamos un mapa del turismo bíblico a la manera en que lo piensa y lo narra Cristian Segura con su habitual ironía.

En este nuevo monográfico 360˚ intentamos plantear también algunas perspectivas novedosas. Por ejemplo, las historias de Eva Cid y Oriol Bartomeu que juegan con el dentro y el fuera en un diálogo que va de los mapas en los videojuegos a los videojuegos en los mapas. Y de esa popular narrativa gamer circulamos a la búsqueda de otras formas de vanguardia analógica y táctil, como lo hace quien firma este editorial en una crónica collage sobre el teatro tradicional Kagura de Shimane, en Japón.

Nuestra fascinación por la cartografía no olvida que los mapas son ficciones que nunca son neutrales; que han sido, por ejemplo, una herramienta de expolio de cientos de pueblos y culturas del mundo arrasados por la cartografía occidental. Este equipo, ayer como hoy, en el año 20 de siglo 21 y viviendo una pandemia, se autodesafía para entender la atractiva complejidad de un mundo que cambia ante nosotros a una velocidad de vértigo, como nunca antes, como siempre… Ya sabemos, eso sí, que los mapas mienten o, al menos, no nos dicen toda la verdad, porque la verdad, en singular, no existe y porque nada es nunca como aparece en el dibujo de un mapa.

Hemos tratado, como siempre, de construir un monográfico especial de cultura viajera y crónica periodística relevante, sólido y riguroso; culturalmente solvente; intelectualmente desafiante y estéticamente atractivo. Esperamos haberlo conseguido porque, si un pueblo de Gales se llama «Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch», y en un mapa del mundo podemos encontrar un lago de nombre «Triste», un pueblo llamado «Nada», otro «Infierno» y otro «El final del mundo» quiere decir que, desde la tristeza del final del mundo al infierno de la nada, todo cabe en los nuevos-viejos mapas del siglo XXI.

Pere Ortín Andrés
Director

 


ILUSTRACIÓN DE CABECERA, BÁRBARA M. DÍEZ